Aunque me abandone al olvido

Nadie perdona, lo sé

a quien recuerda las cosas.

(Carmen Conde)

Con un brillante prólogo a cargo de Fran Garcerá llega a las manos de los lectores la imprescindible reedición de Honda memoria de mí publicada hace un meses por Lastura, reafirmando —una vez más— su línea editorial, ese espíritu de compromiso con las escritoras, habitualmente opacadas por las estructuras patriarcales subyacentes. Habrá quien crea que Carmen Conde, integrante de la Generación del 27 (aunque siempre desdibujada), primera mujer nombrada académica por la RAE, una autora canónica, tiene la presencia que por su alta calidad merece. 

En mi opinión, la autora de Cartagena merece mucha más atención, especialmente un acercamiento crítico a las obras previas a Mujer sin Edén, que marca un antes y un después en su trayectoria. Y su integración real en el canon escolar.

Honda memoria de mí se publicó en 1946 (aunque lo había terminado en enero de 1942) en edición exquisita de Josefina Romo Arregui, poeta y editora lamentablemente hoy olvidada de todos —y todas—, y contó con las ilustraciones de Eduardo Vicente y Pedro de Valencia. La crítica lo acogió con entusiasmo porque, para ese momento, Conde ya tenía una voz firme, precisa, reflexiva y metafísica en la que, como ya avisa el responsable de la edición, “se hallan los ecos predecesores de la queja milenaria y subversiva que supuso Mujer sin Edén. [..] ante el silencio de la divinidad, Carmen Conde centró la mirada en su interior, en la suma de seres que la habían precedido hasta llegar a ella: la huella colectiva de la Humanidad en la conciencia del individuo” (p. 25 y 27).

Un acierto de Garcerá en esta edición de Honda memoria de mí es que mantiene la primigenia versión —modificando exclusivamente ortografía y acentuación— publicada por Romo Arregui, pero incorporando las anotaciones que hizo la propia autora en las correcciones de la prueba de imprenta explicando el texto, “para lectores que necesiten mayor claridad” (s/p) tal y como se indica. Este complemento de carácter didáctico enriquece la comprensión del poema y favorece que no sea necesaria interpretación crítica, pues la poeta, con impecable rotundidad explica que la obra supone un un canto a la vida como ciclo eterno, una memoria de la humanidad:  “soy el joven que se halló con espada/y cortó el misterio a su paso./ El anciano que a espejos sonríe/perdonándose la experiencia./La mujer que rocía de leche/al hijo que le pusieron/mientras ella se precipitaba/al hervor crepitante del génesis.” (p. 44).

A lo largo del poemario la música se identifica con la poesía, con la juventud del yo lírico que revisita el tiempo buscando comprender el sentido de la vida que no se percibe con la inteligencia, siempre restringida a lo conceptual, puesto que “entender es esfuerzo ciclópeo/de la triste inteligencia,/que no puede explicar lo que siente/cuando ansiosa se vuelca, velando,/al borde sombrío y ardoroso/de un precipicio de nuncas” (pp. 54-55). 

Y es así que lo ininteligible solamente se alcanza con lo que ella define como suprema inspiración mística que busca su perfeccionamiento progresivo, pero que nunca se logra terminar: “la gracia sí; es mi amante/yo me he entregado la gracia/soñando con la fortaleza” (p. 55). La poeta ansía pasar de ser una voz cargada de dudas, de preguntas sin respuestas, para ser la Voz de la humanidad que alcance a comprender el misterio de la vida. Pero el misterio de la vida se resiste a pesar de ese estar permanentemente despierta, atenta a cada realidad asible/inasible; a velar siempre inmune al sueño toda vez que “no es al sueño a quien quisiera/preguntarle por mi presencia./El sueño es enemigo de la quietud/que busco como ansío a Dios” (p. 66).

Revisitar esta Honda memoria de mí y establecer la interconexión con los tres publicados en 1947 (Sea la luz, Mi fin en el viento y  de su capital  Mujer sin Edén) obligan a  integrar este poemario en la misma etapa, pero no como introito de la misma, sino como obra decisiva que ayuda a vertebrar la fortaleza expresiva, esas imágenes como herramientas técnicas que potencian el motor poemático, el ascetismo que anhela alcanzar lo místico, el imposible encuentro con Dios (los títulos nunca son baladíes en Conde: mujer sin Edén, es decir, sin paraíso, sin eternidad posible en unión con El Creador), desarrollando una posición metafísica de mujer sola, libre de ataduras al varón para afrontar su destino, que supone un excepcional avance en relación a los tópicos habituales que marcaban el espacio femenino en relación a la religiosidad.

Carmen Conde, libertad creadora como un viento que atraviesa toda la poesía española del siglo XX, se revela ya, con Honda memoria de mí, en toda su pujanza, con todo el vigor de mujer-alma-poeta que viene a nutrir la lírica española de los autores del exilio interior con ese desvelamiento del yo inmerso en un ciclo perpetuo del que somos, únicamente un eslabón de la cadena. 

Por eso es tan importante traerla al presente en esta cuidada edición de Lastura: porque su voz deslumbrante, siempre en proceso de perfeccionamiento metafísico, nos da la dimensión de una pionera que hizo de la escritura transgresora, revolucionaria y meditativa, de ese romper estereotipos clasistas/clasicistas, una forma de vida.

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Autora: Carmen Conde. Título: Honda memoria de mí. Edición: Edición, introducción y notas de Fran Garcerá. Editorial: Lastura. Venta: Todostuslibros.

Imagen: Cubierta de portada de “Honda memoria de mi”

FUENTE RESPONSABLE: Zenda. Apuntes, Libros y Cía. Por Remedios Sánchez García. Editor: Arturo Pérez-Reverte. 22 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/Literatura/Homenaje/Poesía/Carmen Conde.

5 poemas de Amor, muerte y vida, de Miguel Hernández.

La editorial Averso ha compilado en Amor, muerte y vida los mejores poemas de cinco de los títulos más emblemáticos de uno de nuestros grandes poetas y dramaturgos del siglo XX: Miguel Hernández. En esta antología se recogen piezas que muestran su etapa como poeta realista, como autor con un gran universo simbólico y como hombre abatido por la situación política en España.

En Zenda reproducimos cinco poemas de Amor, muerte y vida (Averso).

***

XXXV

Horno y luna

Hay un constante estío de ceniza

para curtir la luna de la era,

más que aquélla caliente que aquél iza,

y más, si menos, oro, duradera.

Una imposible y otra alcanzadiza,

¿hacia cuál de las dos haré carrera?

Oh tú, perito en lunas, que yo sepa

qué luna es de mejor sabor y cepa.

(De Perito en Lunas)

***

XV

Me llamo barro aunque Miguel me llame.

Barro es mi profesión y mi destino

que mancha con su lengua cuanto lame.

Soy un triste instrumento del camino.

Soy una lengua dulcemente infame

a los pies que idolatro desplegada.

Como un nocturno buey de agua y barbecho

que quiere ser criatura idolatrada,

embisto a tus zapatos y a sus alrededores,

y hecho de alfombras y de besos hecho

tu talón que me injuria beso y siembro de flores.

Coloco relicarios de mi especie

a tu talón mordiente, a tu pisada,

y siempre a tu pisada me adelanto

para que tu impasible pie desprecie

todo el amor que hacia tu pie levanto.

Más mojado que el rostro de mi llanto,

cuando el vidrio lanar del hielo bala,

cuando el invierno tu ventana cierra

bajo a tus pies un gavilán de ala,

de ala manchada y corazón de tierra.

Bajo a tus pies un ramo derretido

de humilde miel pataleada y sola,

un despreciado corazón caído

en forma de alga y en figura de ola.

Barro en vano me invisto de amapola,

barro en vano vertiendo voy mis brazos,

barro en vano te muerdo los talones,

dándote a malheridos aletazos

sapos como convulsos corazones.

Apenas si me pisas, si me pones

la imagen de tu huella sobre encima,

se despedaza y rompe la armadura

de arrope bipartido que me ciñe la boca

en carne viva y pura,

pidiéndote a pedazos que la oprima

siempre tu pie de liebre libre y loca.

Su taciturna nata se arracima,

los sollozos agitan su arboleda

de lana cerebral bajo tu paso.

Y pasas, y se queda

incendiando su cera de invierno ante el ocaso,

mártir, alhaja y pasto de la rueda.

Harto de someterse a los puñales

circulantes del carro y la pezuña,

teme del barro un parto de animales

de corrosiva piel y vengativa uña.

Teme que el barro crezca en un momento,

teme que crezca y suba y cubra tierna,

tierna y celosamente

tu tobillo de junco, mi tormento,

teme que inunde el nardo de tu pierna

y crezca más y ascienda hasta tu frente.

Teme que se levante huracanado

del blando territorio del invierno

y estalle y truene y caiga diluviado

sobre tu sangre duramente tierno.

Teme un asalto de ofendida espuma

y teme un amoroso cataclismo.

Antes que la sequía lo consuma

el barro ha de volverte de lo mismo.

(De El rayo que no cesa)

***

XXI

Canción del esposo soldado

He poblado tu vientre de amor y sementera,

he prolongado el eco de sangre a que respondo

y espero sobre el surco como el arado espera:

he llegado hasta el fondo.

Morena de altas torres, alta luz y ojos altos,

esposa de mi piel, gran trago de mi vida,

tus pechos locos crecen hacia mí dando saltos

de cierva concebida.

Ya me parece que eres un cristal delicado,

temo que te me rompas al más leve tropiezo,

y a reforzar tus venas con mi piel de soldado

fuera como el cerezo.

Espejo de mi carne, sustento de mis alas,

te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.

Mujer, mujer, te quiero cercado por las balas,

ansiado por el plomo.

Sobre los ataúdes feroces en acecho,

sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosa

te quiero, y te quisiera besar con todo el pecho

hasta en el polvo, esposa.

Cuando junto a los campos de combate te piensa

mi frente que no enfría ni aplaca tu figura,

te acercas hacia mí como una boca inmensa

de hambrienta dentadura.

Escríbeme a la lucha, siénteme en la trinchera:

aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo,

y defiendo tu vientre de pobre que me espera,

y defiendo tu hijo.

Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado

envuelto en un clamor de victoria y guitarras,

y dejaré a tu puerta mi vida de soldado

sin colmillos ni garras.

Es preciso matar para seguir viviendo.

Un día iré a la sombra de tu pelo lejano,

y dormiré en la sábana de almidón y de estruendo

cosida por tu mano.

Tus piernas implacables al parto van derechas,

y tu implacable boca de labios indomables,

y ante mi soledad de explosiones y brechas

recorres un camino de besos implacables.

Para el hijo será la paz que estoy forjando.

Y al fin en un océano de irremediables huesos

tu corazón y el mío naufragarán, quedando

una mujer y un hombre gastados por los besos.

(De Viento del pueblo)

***

XIX

Canción última

Pintada, no vacía:

pintada está mi casa

del color de las grandes

pasiones y desgracias.

Regresará del llanto

adonde fue llevada

con su desierta mesa

con su ruidosa cama.

Florecerán los besos

sobre las almohadas.

Y en torno de los cuerpos

elevará la sábana

su intensa enredadera

nocturna, perfumada.

El odio se amortigua

detrás de la ventana.

Será la garra suave.

Dejadme la esperanza.

(De El hombre acecha)

***

[52]

A mi hijo

Te has negado a cerrar los ojos, muerto mío,

abiertos ante el cielo como dos golondrinas:

su color coronado de junios, ya es rocío

alejándose a ciertas regiones matutinas.

Hoy, que es un día como bajo la tierra, oscuro,

como bajo la tierra, lluvioso, despoblado,

con la humedad sin sol de mi cuerpo futuro,

como bajo la tierra quiero haberte enterrado.

Desde que tú eres muerto no alientan las mañanas,

al fuego arrebatadas de tus ojos solares:

precipitado octubre contra nuestras ventanas,

diste paso al otoño y anocheció los mares.

Te ha devorado el sol, rival único y hondo

y la remota sombra que te lanzó encendido;

te empuja luz abajo llevándote hasta el fondo,

tragándote; y es como si no hubieras nacido.

Diez meses en la luz, redondeando el cielo,

sol muerto, anochecido, sepultado, eclipsado.

Sin pasar por el día se marchitó tu pelo;

atardeció tu carne con el alba en un lado.

El pájaro pregunta por ti, cuerpo al oriente,

carne naciente al alba y al júbilo precisa;

niño que sólo supo reír, tan largamente,

que sólo ciertas flores mueren con tu sonrisa.

Ausente, ausente, ausente como la golondrina,

ave estival que esquiva vivir al pie del hielo:

golondrina que a poco de abrir la pluma fina,

naufraga en las tijeras enemigas del vuelo.

Flor que no fue capaz de endurecer los dientes,

de llegar al más leve signo de la fiereza.

Vida como una hoja de labios incipientes,

hoja que se desliza cuando a sonar empieza.

Los consejos del mar de nada te han valido…

Vengo de dar a un tierno sol una puñalada,

de enterrar un pedazo de pan en el olvido,

de echar sobre unos ojos un puñado de nada.

Verde, rojo, moreno: verde, azul y dorado;

los latentes colores de la vida, los huertos,

el centro de las flores a tus pies destinado,

de oscuros negros tristes, de graves blancos yertos.

Mujer arrinconada: mira que ya es de día.

(¡Ay, ojos sin poniente por siempre en la alborada!)

Pero en tu vientre, pero en tus ojos, mujer mía,

la noche continúa cayendo desolada.

(De Cancionero y romancero de ausencia y Últimos poemas)

—————————————

Autor: Miguel Hernández. Título: Amor, muerte y vida. Editorial: Siruela. Venta: Todos tus libros, Amazon y Casa del Libro.

Imagen: Cubierta de portada de “Miguel Hernández, Amor, muerte y vida”.

FUENTE RESPONSABLE: Zenda. Apuntes, Libros y Cía. Por Laura Di Verso. Editor: Arturo Pérez-Reverte. 2 de marzo 2023.

Sociedad y Cultura/Literatura/Poesía/Antología Poética.

Zenda recomienda: Las cañadas oscuras, de Juan Gallego Benot.

Jueves en Zenda. Jueves de poesía. Jueves, en este caso, de Las cañadas oscuras, el segundo poemario del autor sevillano Juan Gallego Benot (Sevilla, 1997), publicado por el sello editorial Letraversal. Acodado en un yo plenamente abierto al mundo —configurado en las diversas formas que adopta el , pero también en los espacios en los que este encuentro se hace posible—, Gallego Benot abre espacio para una ficción amorosa en un contexto de implacable especulación urbanística: en los márgenes de una ciudad que desposee a sus habitantes —al modo de un río que, en su violencia, se desborda y arrasa—, el poeta busca espacios todavía intactos en los que poder ser en común, enamorarse y dejarse invadir por la esperanza de un futuro fértil.

La propia editorial apunta, acerca del libro: «Este es un paseo por la margen de un río en obras. Entre escombros, bloques de pisos de lujo a medio construir y alfares en desuso, el protagonista de Las cañadas oscuras se encuentra con sus amantes en fiestas flamencas que se prolongan hasta el amanecer. Al cruzar el río de vuelta a casa, a veces se topa con la extrañeza de un territorio inestable y, otras, presencia el éxodo a las periferias, provocado por la especulación inmobiliaria y las inundaciones. Los poemas recorren estos hechos, entre lo histórico y lo imaginativo, para lograr una expresión verdaderamente urbana y contemporánea que reconoce el ritmo de la ciudad como la medida justa del verso».

También adelanta un fragmento de uno de sus poemas:

Habla el río:

Al principio mi deseo no tenía forma

y, tomándola, ennegreció

amplios olivares.

Vine a parar a esta ínsula extraña

huyendo de la materia,

un día hará cuatrocientos años,

y prometí mudar el cuerpo cada estación,

unas veces inundándome, otras sembrando mi materia

entre veredas puras.

Rama salicácea, estoica verdura sobre el manto repujado para el

hambre, ¿no es posible abandonarlo entre vosotras? Cada noche

aparece un hombre en la verdina

y ansioso lo recibo hasta mi desborde

(ya dirá la mañana de las culpas y los barros).

Y llegaste tú, auxilio,

raquítica niña de mi amparo,

manto de edificio en mis orillas,

sin saber, amor,

a qué turbia liquidez estaba consagrado,

cuánto había pasado aquella noche.

Tomé mi deseo y lo eché al polvo,

tiñendo la turba con virtudes secretas;

ahora eres dueña de un barro azul y moldeable,

ánfora y candado, fluido contenido en la morada.

Agua de mi agua resguardada, hija de mi cerámica para el líquido,

estirpe de mi hueco entre la gente.

Un día de estos, serás vacío para el vacío

en el espacio liberado entre mis islas.

A ti te perdono solamente.

—————————————

Autor: Juan Gallego Benot. Título: Las cañadas oscuras. Editorial: Letraversal. Venta: Todostuslibros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

Imagen:  Cubierta de portada de “Las cañadas oscuras”

FUENTE RESPONSABLE: ZENDALIBROS.COM 2 de marzo 2023.

Sociedad y Cultura/Literatura/Poesía

Las borradas

Y de pronto nos enteramos. Le otorgan el Premio Nobel a la poetisa Louise Glück, el Cervantes a Ida Vitale, y por si fuera poco, otro a Cristina Peri Rossi, y para rematar, el Reina Sofía a Ana Luisa Amaral. Etel Adnan arrasa con sus exposiciones en todo el mundo, de Londres a Málaga, pasando por Ámsterdam, donde se echa un pulso, un mano a mano, con nada más y nada menos que Vincent van Gogh. Nos enteramos de que no se dice poeto sino poeta y que ellas también son de las grandes. Como Sharon Olds. Como Hélène Cadou. Como Anise Koltz. Pero también son de las desapercibidas, de las que la historia ha maltratado, e incluso ignorado, ninguneado, borrado.

Anise Koltz es una de ellas. De ascendencia checa, belga, alemana, inglesa, nacida en Luxemburgo, esta europea escribe en varios idiomas, en alemán primero y, luego, hasta el final, en francés, que termina por convertirse en su idioma predilecto. Es autora de unos 40 poemarios, entre ellos Volveré a nacer, Premio Apollinaire y, hace unos pocos años atrás, con casi 90 años, ganadora del prestigioso Premio Goncourt de poesía. Hasta la fecha, como con Etel Adnan, no se habían publicado poemarios completos suyos al castellano, solo antologías escuetas, migas de pan para los gorriones.

Los suyos son poemas que aprietan, golpean, entran, como puños, no dejan ilesos, como todo lo que es bello y salva. Pican como la sal, te parten en dos, en tres, en cuatro, en mil pedazos, como el trueno, como la mar que te entra por el cuerpo y te come a bocados, te raspa, lame con su frescor. Con sus palabras ella busca hincar las uñas en el tiempo, meterle los dedos hasta la garganta, y tirar de la cuerda, para que salten las nubes, para que la vida salga como una fiera, para que el amor cante como un evangelio, no te lo pierdas:

Mi cuerpo es cálido

como el pórtico de una iglesia

Cuando entras en mí

la biblia divaga

Sus poemas no perdonan. Atraviesan como quien camina sobre las brasas. Muchos de ellos, los más aguarrás, ácidos, bellos, son los que hablan del hombre de su vida, para quién escribe cuando muera / nos fusionaremos / una última vez / para enfrentar / la salvaje eternidad. Y cuando él todavía compartía su vida con ella: me gusta sentirte / sobre mí / como un puente derrumbado / mi río / pulirá tus piedras. Incluso en el letargo, cuando la memoria deja de correr, de ser lagartija, cuando la vida te empuja hacia el barranco, ella lo recuerda, y podríamos decir que hace suya esta frase de René Char cuando recordaba a Albert Camus: con el que amamos, hemos dejado de hablar, pero lo que queda no es silencio. El diálogo, los enojos, las ternuras perduran, por eso escribimos.

Anise no es una apacible dama de cierta edad que come roscones y bebe su taza de té con el meñique en el aire. Koltz te espeta versos que atragantan, de los que no se olvidan dándose la vuelta una tarde de siesta. Las frases son cortas, tajantes, dan cuchilladas, navajazos, son reyertas, verbos a secas, adjetivos los necesarios. Sí, aquí el verso corta, cincela, se hace espada, si no te percatas, de pronto te pilla una cornada, la muleta baila, el toro bravo de la vida entra en el ruedo. Aquí la tienes que entra hasta el hueso, se va recto al corazón, al rojo vivo:

Cortar mis ramas

Serrarme en mil pedazos

Los pájaros seguirán cantando

En mis raíces

A menudo pensamos que es la vida lo que nos enfurece o fortalece. Porque pensamos que tenemos todavía tantos soles que vivir. Y es así, cada día es una vida, que no hay que desperdiciar ninguno por el camino, aunque no se haga nada, que se haga todo, el amor, un cocido, un viaje. Pero, también, lo que nos tensa, lo que nos da fuerza, es la muerte que camina por nuestras venas. Ella, por mucho que lo intentes, nunca te suelta, está metida en nuestro cuerpo, como el gusano en la manzana, como la poda en la viña. Aunque el pájaro se quede quieto sigue llevando en sus alas el vuelo.

Aunque estés dando brincos alrededor de la hoguera, ella, la negra, la urraca, la que no perdona, está ahí, quieta, paciente, esperando. De ahí estos poemas, de ahí este titular, para que haga la primera página del mundo, cuando ya uno, una, no esté, para que nos enteremos: Volveré a nacer. Y si las frases, a veces, mueren cuando suben a la superficie, otras veces, llegan hasta nosotros frases que son como peces abisales, salidos de la nada, frases que atraviesan hasta la misma muerte. Los poetas son los intranquilos, los nunca apaciguados, llevan el trueno, y un día se van, alguien, algo, se los lleva, y con ellos el ruido de sus pasos, las huellas de sus pisadas.

Por eso nos quedan los poemas, como troncos, corchos, botellas, que se han tirado al mar, y, de vez en cuando, recogemos, y leemos. Aguantamos en el mundo colgando de un par de alfileres, somos breves como el día, pero, a veces, nos encontramos con el jaleo de unos poemas, de los que no se rinden, de los que cavan, levantan, son sin tapujos, y así nos quedamos de pie, para siempre. Y entonces escuchas el zambullido del viento entre los árboles, miras el día pasar como un viejo que no se ha enterado que todo ya pasó. El día se asoma a la ventana, abajo pasa un tranvía que cruje como una cama cuando se hace el amor. Bienvenida, bienvenido: acabas de entrar en un poema de Anize Koltz.

Mi tumba nunca será demasiado grande

Tengo la cabeza llena

De todos los que amo

Necesitaré más espacio

Para que todos ellos

Puedan ponerse de pié

En cada uno de mis pensamientos

—————————————

Autora: Anise Koltz y Anna Rierola. Título: Volveré a nacer. Editorial: La Cama Sol. Venta: Todos tus libros.

Imagen: Cubierta de portada de “Volveré a nacer”

FUENTE RESPONSABLE: Zenda. Apuntes, Libros y Cía. Por Javier Santiso. Editor: Arturo Pérez-Reverte. 4 de marzo 2023.

Sociedad y Cultura/Literatura/Poesía

5 poemas de Ghérasim Luca

En el año 2013 se cumplieron cien años del nacimiento de una de las figuras clave en el surrealismo internacional del siglo XX: Ghérasim Luca. Además de sus aportaciones al surrealismo (sus descubrimientos en torno a la objetología, sus esfuerzos por renovarlo de cara a mantener su radicalidad original o la abundante correspondencia que mantuvo con miembros del movimiento surrealista como Victor Brauner o André Breton, fueron esenciales en su desarrollo tanto teórico como práctico) y sus contribuciones al psicoanálisis (Deleuze, por ejemplo, reconoció que sus teoría del Anti-Edipo se había basado en las teorías no-edípicas de Luca), son muy interesantes sus poemas fonéticos (su célebre tartamudeo, por ejemplo), sus investigaciones en torno a la oralidad, así como sus collages y cubo manías. En España sólo se han publicado en castellano hasta la fecha dos de sus libros, El inventor del amor y La muerte muerta, en un mismo volumen y traducidos por Eugenio Castro (este volumen se editó en La Poesía, señor hidalgo) aunque de El inventor del amor ya se había publicado años antes una traducción de Jesús García Rodríguez.

Con La zozobra de la lengua se da un paso gigantesco para dar a conocer en castellano la obra «lucasiana». La antología cuenta con una introducción de Vicente Gutiérrez Escudero: un exhaustivo repaso de su vida y obra, aportando una visión global y explicando sus principales inquietudes y motivaciones. Cuenta además con fragmentos de la entrevista que en 2013 Vicente Gutiérrez Escudero y Noé Ortega realizaron en persona a Michelline Catti, su viuda, en su domicilio parisino, y de otra entrevista realizada al poeta Guy Girard, ese mismo año. Respecto a la obra traducida, el libro incluye un primer bloque de traducciones inéditas de siete poemas pertenecientes a su etapa rumana (correspondientes al inicio de la década de 1930) realizadas por la profesora de la Universidad de Valencia, Catalina Iliescu, y un segundo bloque, formado por una selección de traducciones del francés (todas ellas, salvo El inventor del amor y La muerte muerta, inéditas hasta el momento) de poemas de todos y cada uno de sus libros —incluyendo algunas de sus cartas y algunos de sus poemas visuales— pertenecientes a su larga etapa parisina, realizadas por Eugenio Castro, Jesús García Rodríguez y Vicente Gutiérrez Escudero. La selección de los poemas ha corrido a cargo de este último.

Zenda comparte cinco poemas de Ghérasim Luca.

***

¿DEDOS?

Déjame que te hable ahora

de la mujer sin dedos:

Llegó una noche,

yo fijaba sábanas en las ventanas,

para tomar el baño de la noche.

Estaba desnudo hasta el dedo

ella era la mujer ciega y sin dedos

en el dedo.

Al palparme desnudo, se asustó

y me pidió tocarle el seno

para confirmarme;

al enganchar mi dedo en su blanco pezón

me lo robó en su ventrículo

y tal y como había aparecido se esfumó.

Y a mi amigo del cuarto de al lado,

a cada uno un dedo.

El edificio sin dedo se apoda ahora

nuestro edificio.

Esta es la historia de la mujer que

no tenía dedos.

Traducción del rumano de Catalina Iliescu

***

DISCURSO INAUGURAL EN UNA EXPOSICIÓN DE PINTURA

damas y caballeros

hoy traeremos ante ustedes al hombre más forzudo del mundo

pasen, señores, pasen, señoras

este hombre es más fuerte que una roca

este hombre es más fuerte que una flecha

este hombre es más fuerte que Maciste

señores

en una sola mano lleva cuarenta y cuatro mujeres flor y nata

en una sola cabeza lleva dos ojos flor y nata

y esos ojos están llenos de mazut y de puñales, señores

no le juzguen por lo menudo y escuchimizado como la roña

él saca a hombres de la tierra

él parte el cielo

se bate con los muertos

quién no le ha visto de noche aullando con los perros

podrá verle aquí, señores

quien no le ha visto de noche mordiendo a las damas

podrá verle aquí, señores

en su cabeza se han juntado los demonios

en su dedo la sangre aflora y un gato que llora

de noche todavía tiene guerras de palos con los espectros

y con las hembras,

hey, tú, el del gorro de lado

hey, tú, la damisela de las tetas más salidas que el guiñol,

hey, tú, barrendero

hey, tú, comerciante

hey, tú, mendigo

dejad de rebuscar en los bolsillos

que el espectáculo más grande es gratis

más gratis que la flor del cuco

más gratis que la hoja del saúco

más gratis que el fez del turco

ja, ja, ja, qué contentos se pondrán los locos…

Traducción del rumano de Catalina Iliescu

***

TRAGEDIAS QUE HAN DE OCURRIR                                                                                                                                                             

Soy libre

y puedo observar con especial atención las cosas que me rodean

mis dedos temblorosos como álamos y cortos como balas

agarraron hoy con fuerza el cuello blanco de mujer amada e inspiradora

agarraron con fuerza el cuello blanco de mujer

tal como agarraron los viejos poetas en sus habituales ataques de amor por la naturaleza

las flores – las ovejas – el campo y las estrellas

poetas de hoy, poetas de dedos temblorosos como álamos y cortos como balas

cada uno tiene en su casa un cuello blanco de mujer que ha de ser asesinado

la lucidez con la que contemplemos luego las cosas que nos rodean es tan necesaria

y su lengua violeta, cuán cómico espectáculo.

Ahora, como somos libres, nuestro callejear presenta una importancia de la que hemos de ser conscientes:

las mujeres son más elegantes y más provocadoras hoy

los caballeros más sonrientes

y los escaparates de las tiendas más repletos y alumbrados

nuestros bolsillos normalmente llenos de caramelos y notitas contienen piedras hoy, de todos los tamaños.

Junto a nosotros, salieron de paseo otros hombres por las grandiosas avenidas de la ciudad

tienen los dedos blancos y gorditos como pedazos de tocino, tienen los dedos en los bolsillos

y junto a ellos, junto a la foto más reciente de la novia, un pañuelo lleno de mocos.

Los poetas de hoy en día, poetas de dedos temblorosos como álamos y cortos como balas

poetas con piedras de todos los tamaños en todos los bolsillos

deben saber que lo único difícil es romper el primer escaparate que se les presente en las grandes avenidas

pues los demás escaparates se rompen por sí solos igual que basta apagar una estrella para que las demás se apaguen por sí solas

Pido perdón por este símil de la estrella

poetas,

es un recuerdo de antaño

cuando quedaba extasiado ante los árboles en flor y desmayado con cada amanecer.

Poetas de hoy en día, poetas de dedos temblorosos como álamos y cortos como balas

pueden apedrear el símil de la estrella

y tal vez sea éste el primer escaparate que rompáis

y los demás escaparates por sí solos ya se romperán.

Traducción del rumano de Catalina Iliescu

***

CERO DISPARO

Tus zapatos deslizan la contraseña

bajo el paladar de mi boca

Mi lengua chupa la contraseña

Bajo el paladar de tu boca

mi lengua se desliza

Tus zapatos se deslizan en el ala derecha

bajo el paladar de mi boca

Tus zapatos se deslizan en el ala izquierda

Tu zapato derecho bajo el paladar de mi boca

Tu zapato izquierdo en el ala derecha

Mi lengua se desliza en tu zapato derecho

Mi lengua calza tu zapato izquierdo

Bajo el paladar de mi boca

tus zapatos calzan mi lengua

Tu lengua chupa la contraseña

En tu zapato izquierdo mi lengua se desliza

En el paladar de mi boca tu zapato derecho

Mi lengua calza tu zapato derecho

Tu zapato izquierdo se desliza

en el paladar de mi boca

La contraseña calza la contraseña

y el ala derecha el ala izquierda

Bajo el paladar de tu boca mi lengua se desliza

Tu zapato derecho calza mi lengua

tu zapato izquierdo la chupa

y calza el ala izquierda en el ala derecha

se desliza bajo el paladar de mi boca

zapato izquierdo en zapato derecho

tu lengua en mi boca

Tu lengua calza mi boca

y mi boca tu lengua

Tu zapato derecho se desliza

bajo el paladar de mi boca

y tu zapato izquierdo sobre mi lengua

Tu lengua en mi boca

la contraseña en el zapato derecho

el ala izquierda el zapato derecho

el zapato derecho chupa el ala izquierda

se desliza bajo el paladar de mi boca

caza mi lengua calza mi boca

sobre tu zapato derecho mi boca se desliza

en el ala derecha bajo el paladar de tu boca

pasa de zapato derecho a zapato izquierdo

sin zapato izquierdo ni zapato derecho

tu lengua en mi boca

sin contraseña

ni ala derecha ni ala izquierda

bajo el paladar de tu boca

tu boca se desliza sin zapato izquierdo

ni zapato derecho

mi lengua pasa

m’i-lengua pasa

t’u-zapato se desliza

m’i-lengua pasa

Traducción del francés de Jesús García Rodríguez

***

EL BALANCEO DE MI LENGUA

Palabras dulces

y desde la salida escondidas:

la caracola del silencio roza a la de los arrecifes…

de donde este relato

Atropellado por el amante del sinsentido

digo aproximadamente esto

para decir precisamente eso

Existo ¡ay!

luego me piensan

(El ciego apunta al águila

y dispara sobre un sordo)

Es así que vivo

lo que veo

y que mi voz se consagra

al yo que se extingue

Como el «dulce» en la duda

¿soy el «sonido» de mis sueños?

En esta orgía de palabras

y de ascetas a la escucha

mi Demonio sonoro actúa

sobre un mundo que se niega

se anega y se anuda

en lo hondo de mi garganta

Hechicero por ondas ritmos

hordas…

Para el rito de la muerte de las palabras

escribo mis gritos

mis risas peor que locas: falso

y mi ética fonética

la lanzo como un dado

sobre el lenguaje

En este lado de esto

y más allá de eso

fuera fuera de mí

Pues estar en otra parte

tira de la hora primero

y el metro a continuación

su llegada está aquí

muro del sonido

donde se fusila a un héroe

infinito

cuya marejada escondida

lanza un tejido de palabras

—una ínfima sábana de muerto—

sobre el desnudo de una mujer muda

acostado como un ocho

en los brazos del cero

Traducción del francés de Jesús García Rodríguez

—————————————

Autor: Ghérasim Luca. Traductores: Catalina Iliescu, Vicente Gutiérrez Escudero, Eugenio Castro y Jesús García. Título: La zozobra de la lengua. Editorial: El Desvelo. Venta: Todos tus libros, Amazon y Casa del Libro.

BIO: Ghérasim Luca (1913-1994)

Figura esencial del surrealismo. Nace en Bucarest. En sus primeros años de juventud participa en revistas rumanas de clara influencia dadaísta, como Unu o Alge, y en sus respectivos «suplementos»: Muci y Pula, actividad que le llevó, junto con los otros editores, a ser encarcelado unos días por difundir “literatura escandalosa». Durante los años 30 inicia en diversos periódicos una defensa de la “poesía proletaria” y escribe artículos en los que atacaba de forma directa al fascismo. En 1938, debido a sus orígenes judíos y al ambiente de represión de los años previos al advenimiento del régimen de Ion Antonescu huye a Paris, estableciendo contacto directo con los surrealistas franceses. Allí le sorprende  la guerra. De regreso a Rumanía funda junto con Gellu Naum el conocido como “grupo surrealista de Bucarest”, integrado además por Virgil Teodorescu, Paul Păun y Dolfi Trost, con quienes desarrolla gran parte de su actividad —tanto individual como colectiva, y en muchos casos clandestina- hasta su segundo exilio, propiciado por la llegada del régimen comunista. Tras un breve paso por Israel, recala en Paris en 1952, en donde se asienta definitivamente. Sin renegar del surrealismo, pero marcando cierta distancia con éste, colabora estrechamente con numerosos poetas, pintores y artistas multidisciplinares. Además de sus poemas y manifiestos —el propio Gilles Deleuze llegó a reconocer la influencia de los manifiestos no-edípicos de Luca en su teoría del anti-Edipo— hay que destacar sus poemas visuales, cubomanías, objetos, libros-objeto y collages, así como sus célebres poemas fonéticos y sus lecturas, de las que existen varias grabaciones. En 1991 él y su compañera Micheline Catti, y demás vecinos, fueron desalojados del piso parisino en el que habían vivido durante décadas por motivos de renovación urbana. Se mudaron a otro barrio y las autoridades le obligaron a solicitar la nacionalidad francesa. Tres años después, a la edad de 80 años, Ghérasim Luca se suicidó arrojándose al Sena.

Imagen de portada: Ghérasim Luca

FUENTE RESPONSABLE: Zenda. Apuntes, Libros y Cía. Por Laura Di Verso. Editor: Arturo Pérez-Reverte. 27 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/Literatura/Poesía.

5 poemas de Y el todo que nos queda, de Martín López-Vega.

El último poemario de Martín López-Vega, Y el todo que nos queda, tiene un subtítulo que explica su contenido: Poemas de amor. En palabras de Luis Alberto de Cuenta, estamos ante «un libro de poesía en que el amor es una hoguera auténtica, de las que se propagan por todas y cada una de sus páginas, por todos y cada uno de sus versos, por todos y cada uno de sus espacios en blanco».

En Zenda ofrecemos cinco poemas de Y el todo que nos queda (Visor).

***

Poema de las avispas

Para otros, el amanecer de Ahu Tongariki,

escoltado por los moáis,

como si quien lo contempla

cobijara la idea de hurtar el rayo verde.

Para otros, ver salir el sol

desde un globo, en Capadocia,

y convencerse de que no hay más

Gaudí que el viento ni mayor

maestro gótico que el agua.

Para otros, inaugurar el día

en Angkor Wat, cuando los rayos prologales

parecen decididos a incendiar los templos

y la fe; o en Milford Sound,

desperezándose a la vez

que los lobos marinos.

Yo quiero ver amanecer todos los días

descalzo, contigo,

en la terraza de casa,

cuando la luna se queda un rato aún

para poder contemplarte

a ti, que disfrutas la primera luz de la mañana

sobre tu piel aún dormida,

con la toalla a modo de turbante

y tus ojos que despiertan y en mí despiertan

cuanto desde que estás ya no duerme nunca.

Sobre la mesa está el desayuno,

pero las avispas revolotean

en torno a ti, como si fueras

lo más dulce de la mañana.

Qué poco te conocen.

***

Barcos anclados frente al puerto de Lima

Decenas de barcos anclados frente al puerto de Lima

iluminan el mar esperando el momento

de desembarcar su carga. Ojalá estuvieras

conmigo para verlos, Nicole; son hermosos

como luciérnagas nadadoras. Pienso

en lo que llevarán a bordo: frutas exóticas,

fiebres tropicales, roedores, polizones,

artículos de usar y tirar made in China

como antaño las porcelanas.

Pienso en los barcos y pienso en nosotros,

pienso en sus cargas y pienso

en nuestras cargas, pienso en qué razones usarán

los comandantes de los puertos para decidir en qué orden

desembarcarán sus contenedores. ¿Cuáles son los criterios

de urgencia? ¿Antes lo que caducará antes, después

lo superfluo? No lo creo; nuestro tiempo

ama tanto lo superfluo…

Pienso en los barcos y en su orden

de descarga y pienso en nuestras vidas y en las vidas

que del mismo modo desembarcan en las nuestras;

¿cómo decidimos el orden en que lo hacen?

¿Nos limitamos a dejarlas abordar nuestra costa

en el mismo orden en el que llegan? Lo dudo;

hay épocas de la vida en que lo damos todo

a cambio de una fiebre tropical, o en que necesitamos

con tal ansiedad una fugaz baratija… Míranos a ti

y a mí. No estábamos destinados el uno al otro;

no creemos en la bisutería, no al menos en esa

del amor y el destino. Nos elegimos

entre las luces fondeadas frente a la costa,

más por intuición que por orden.

Y resultamos ser lo que esperábamos cuando ya no

o aún no lo esperábamos. ¿Traerá también una sorpresa

parecida alguno de los barcos anclados esta noche

frente al puerto de Lima? Ojalá estuvieras conmigo

para verlos, Nicole; son hermosos como nosotros

justo antes de adivinar, entre las luces repetidas,

al pasajero que llega por fin a su destino

algo aturdido por el largo viaje, con el rostro iluminado

por las luces de la ciudad tanto tiempo anhelada.

***

Poema de los tulipanes

 Los tulipanes

no son de aquí.

Su propio nombre los delata:

el farsi

se lo prestó al turco

y quiere decir turbante

porque alguna jardinera de Persia

recordó esa forma

cuando una mañana sin rocío

los vio cerrados

como rubaiyatas aún por leer.

No son de aquí y, sin embargo,

hay tres creciendo

como minaretes sin rezo

en una maceta de nuestro balcón.

Para ellos, esta ciudad

debe de ser como Marte

para los primeros exploradores,

pues no sabrían vivir solos,

como si este no fuera su oxígeno,

y dependen de nuestro riego

y un poco de nuestra conversación.

Pienso en el viaje de los tulipanes

y en el viaje de cuatrocientos cincuenta días

de los astronautas a Marte

y en tu viaje, amor, para llegar aquí.

Tú no eres un tulipán, ni este es otro planeta;

y aunque seguro que dormiste en tu avión,

nada perecido al coma inducido

que espera a los cosmonautas.

Pero pienso en cómo te afectará esta atmósfera

seguro distinta a la de tu país

y los cuidados que necesitarán tus raíces trasplantadas.

No es que me preocupen: son tan fuertes

que han arraigado en esta ciudad y en mí

como nunca supieron hacerlo otras raíces,

y eso sin cambiar de acento ni de preferencias.

Al contrario que los tulipanes,

yo sé que no me necesitas para respirar

ni nutrirte. Pero cada mañana

con qué felicidad me asomo a ti

para ver cómo floreces de nuevo.

***

Un columpio sobre el Vilnia

Mi amor se columpia sobre el río Vilnia

con sus pies descalzos y su sonrisa más niña.

Y pasan unos muchachos en canoa y la saludan;

y la escultura de la sirenita en la orilla

se relaja y aprovecha para tomarse una cerveza,

porque sabe que mientras mi amor esté en el columpio

nadie reparará en ella.

¿Quién fundaría esta república de Užupis?

Desde que acabé el colegio, el español

ganó cuatro preposiciones

y al sistema solar se le despistó un planeta;

la Guerra Fría perdió un telón de acero

y el mundo ganó una docena de países;

un idioma se dividió en cuatro.

Tampoco esta importantísima república

con su columpio sobre el río

donde mi amor acaricia el agua con los pies

y salpica

su vestido azul con corazones sonrientes

estaba en los libros de texto.

En el patio de aquel colegio

quedaron abandonadas las canicas;

y un balón botando, solo.

Un eco de voces infantiles insistió en repetirme

algo que parecía lo único importante

y fui incapaz de oír. Tenían que ser

las coordenadas de esta república, pienso,

donde hoy estoy con los pies en el río

escribiendo este poema,

mientras los cuervos de Vilna

pasan riéndose de mí,

que no tengo paciencia para terminarlo;

lo que quiero es subirme al columpio con ella

y dejar el poema en el aire

como dejé el balón y las canicas,

para que otro lo recoja.

¿Quién quiere poemas estando ella,

que es gacela constante más allá de la vida

y hace volver las claras golondrinas

y evita que se equivoquen las palomas

y hace que suceda que nunca me canse de ser hombre

y es todos los milagros juntos de la primavera

y puede sanarme y hacer que este río

no vaya hacia el mar, que es el morir,

sino hacia una vida más alta que la vida?

***

Preguntas al mono, al cuervo y a la muerte

Sepulcro de Humayun

Amor, golpeé la puerta entreabierta

y pregunté si la muerte estaba,

y la muerte estaba.

Amor, le pregunté si era ella

la que quería decirme algo

cuando a lo lejos yo era incapaz

de distinguir a un hombre acostado

de un perro dormido

en un angosto ángulo de sombra,

pero no me respondió nada.

Y la muerte estaba,

tras la puerta;

la muerte estaba.

Amor, le pregunté por las niñas

que bailan en los semáforos por unas rupias

y por los barberos callejeros

y por los conductores de los rickshaws

y por las monas que amamantan a sus crías,

pero no me respondió nada.

Y la muerte estaba,

tras la puerta;

la muerte estaba.

Amor, le pregunté si el agua del pozo

se vuelve impura si no se usa

y por los ojos llenos de miedo

de las cabras destinadas al sacrificio

y por todo lo que aquí parece ocurrir

desde hace mil años,

pero no me respondió nada.

Es lo mismo que la vida, dijo el mono

en su dialecto de mono,

pero ella, ella no me respondió nada.

Y la muerte estaba,

tras la puerta;

la muerte estaba.

Entonces vi un cuervo en lo alto de un arco

y le pregunté a él.

Y fue cuando por fin la muerte habló

y me recordó que ella

es el exacto antónimo de ti.

Y ya no estaba,

tras la puerta;

la muerte ya no estaba.

—————————————

Autor: Martín López-Vega. Título: Y el todo que nos queda. Editorial: Visor. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

Imagen: Cubierta de portada de “Y el todo que nos queda…”

FUENTE RESPONSABLE: Zenda. Apuntes, Libros y Cía. Por Laura Di Verso. Editor: Arturo Pérez-Reverte. 3 de marzo 2023.

Sociedad y Cultura/Literatura/Poesía.

Charles Simic (1938-2023)

Fascinados por el humor y la riqueza imaginativa (visual, sensorial) de sus libros de madurez, solemos olvidar que Simic empezó como un poeta ascético, capaz de hacer hablar al silencio y dar a cada poema su contorno preciso.

La primera vez que me topé con el nombre de Charles Simic (1938-2023) fue hace más de treinta años, en una entrevista con Paul Auster incluida en su libro de ensayos El arte del hambre, editado al calor de esa primera ola de austermanía que siguió a la aparición de la Trilogía de Nueva York. 

Es un cameo característico en el que reconocemos de inmediato el tono del poeta: “Hace doce años, cuando nació mi hijo, Charlie Simic, un viejo amigo mío me escribió una carta de enhorabuena donde decía: ‘Los hijos son maravillosos. Si yo no tuviera hijos, iría por ahí creyéndome Rimbaud.’” La frase de Simic, con esa mezcla tan suya de ternura y humor iconoclastas, apunta a la raíz de su proyecto literario, esa modestia implícita que es también una forma de la mesura, del equilibro, por irónico y travieso que sea: hemos crecido en la lectura y la admiración de Whitman y Rimbaud, de Neruda y Perse, pero nosotros somos distintos, no cabe replicarlos ni seguirlos acríticamente. 

El mundo ha cambiado y nosotros con él. Somos seres perdidos en la multitud (Poe) de sociedades complejas y el viejo papel de bardo o el más reciente de poeta maldito se agotaron, quedaron desfasados. Algo así viene a decir en un poema en prosa de El mundo no se acaba (1989) en el que traduce o actualiza otro anterior del serbio Aleksandar Ristović:

La era de los poetas menores se acerca. Adiós Whitman, Dickinson, Frost. Bienvenidos aquellos cuya fama jamás traspasará la frontera de vuestros familiares cercanos, y tal vez un par de buenos amigos congregados después de la cena ante una jarra de áspero vino tinto… mientras los niños se caen de sueño y se quejan del ruido que haces al revolver los cajones buscando tus viejos poemas, temeroso de que tu mujer los haya tirado a la basura después de la última limpieza general […]

Fascinados por el humor y la riqueza imaginativa (visual, sensorial) de sus libros de madurez, solemos olvidar que Simic empezó como un poeta ascético, capaz de hacer hablar al silencio y dar a cada poema su contorno preciso. Visto ahora, su aparición en 1971 con los poemas de Desmontando el silencio tiene mucho de acontecimiento. 

Aquellos poemas se movían en el extremo contrario a la locuacidad desatada de los poetas beat o la enésima vuelta de tuerca vanguardista de los Black Mountain y la escuela de Nueva York. Su laconismo, la dureza escéptica de la mirada, el brillo de quitina de unas palabras bien plantadas y recortadas sobre la página, todo era como un imán que arrastraba al lector hasta un lugar extraño, hecho de sueño y sospecha y recuerdos de un desastre lejano:

Cada mañana olvido cómo es.

Veo subir el humo

a grandes pasos sobre la ciudad.

No pertenezco a nadie.

Me acuerdo entonces de mis zapatos,

de cómo he de ponérmelos,

de cómo, al agacharme para atar los cordones,

me veré con la tierra.

Sabemos que ese desastre fue la Segunda Guerra Mundial y lo que el niño Simic vio y vivió entonces en las calles de Belgrado y en su posterior exilio en París y en el Chicago de mediados de la década de 1950. Que el poeta maduro transmuta sus recuerdos de infancia y juventud en una sucesión de estampas absurdas y hasta cómicas no desmiente su carácter traumático. El tono siniestro y expresionista de esos primeros poemas (hasta la publicación de Austeridades en 1982) testimonia su deuda con la poesía de la Europa del Este, desde Vasko Popa a Zbigniew Herbert pasando por el checo Miroslav Holub, entre otros. 

Es un mundo en blanco y negro (un “lugar iluminado por un vaso de leche”, como reza el título de su segundo libro), de resonancias folclóricas y ruralistas, fuertemente supersticiosas, un mundo que parece vivir a trasmano de los grandes acontecimientos pero que una y otra vez padece sus consecuencias, las secuelas del desastre. Hay humor en estos poemas, pero es un humor sombrío, resignado: el humor del insomne que fue durante muchos años. Es verdad que Simic coquetea con la magia implícita de los objetos, explorando sus posibilidades ocultas en poemas como “Tenedor”, “Escobas”, “Tapiz” o “Piedra” (“Adentrarme en la piedra, / tal es mi vocación”), pero el horizonte de la visión es oscuro, fatalista. Se parece a ese mandil que cuelga de un gancho en “Carnicería”: “manchado de sangre / como un mapa de los amplios continentes de sangre, / de los amplios ríos y océanos de sangre”.

La poesía de Simic da un quiebro a mediados de la década de 1980 y rompe de manera elocuente con la tentación castradora del silencio y la oscuridad. Él mismo me confesó en nuestro primer encuentro personal (en Londres, en el otoño de 1998) que se había cansado “del prestigio del silencio, de los espacios en blanco […] No deja de ser una retórica gastada y a mí, personalmente, me llevó a un callejón sin salida. Sentía que me estaba vaciando como poeta, que no podía expresarme plenamente”. 

Expresarse plenamente, en su caso, era dar cabida al humor, a la ironía, al caudal exuberante no ya del mundo, sino de su percepción personal, hacer sitio para una fantasmagoría propia que seguía tomando elementos de sus maestros (no solo los poetas del este europeo, sino el cine mudo, ciertas vetas del surrealismo, la obra de Joseph Cornell, etc.) para crear una Norteamérica de su invención, en la que (en palabras de Seamus Heaney) “el método mítico se alía con Bart Simpson”. 

A partir de Blues interminable y sobre todo de El mundo no se acaba, Simic da con el surco de su escritura más genuina y ya no se aparta de ella. Alimento para seguir en la brecha no le faltó, porque, según confiesa en El monstruo ama su laberinto:

Mi alma está constituida por miles de imágenes que no puedo borrar. Lo recuerdo todo vívidamente, desde una mosca en una pared de Belgrado a una calle de San Francisco a primera hora de la mañana. Soy una vieja película de mucho grano que parpadea y muchas veces parece muda.

La referencia a la película muda es sintomática: muchos de los escenarios de sus poemas parecen sacados de las viejas cintas de Chaplin o Buster Keaton, a los que profesaba devoción, o también de ciertas películas de cine negro: negocios de mala muerte, edificios ruinosos, ventanas con los vidrios rotos o cegadas con tablones, un ambiente de Gran Depresión que se superpone a lugares y referentes contemporáneos para crear un efecto de relieve y atemporalidad. Esto sucede ahora, nos dice Simic, pero lleva en sí un poso de años, lleva ocurriendo siempre y nunca dejará de ocurrir. 

La pasión americana del poeta es la de alguien que llegó a ella de joven y es capaz de verla desde fuera, como un todo, convertida en una gran bola de cristal que incluye su mitología pop, su forma rutilante de presentarse al mundo. Sus poemas son el único lugar que conozco donde la avenida de Nueva York por la que camina el Travis Bickle de Taxi driver desemboca en las callejas destartaladas de El niño de Chaplin.

La capacidad plástica y evocadora de las imágenes de Simic está también detrás del éxito de sus memorias, Una mosca en la sopa, que vienen a darnos el marco de referencia o el contexto del que brota su poesía: una escritura ágil, cortante, que rehúye cualquier forma de ensimismamiento para testimoniar el retrato del poeta como joven outsider, amante del jazz, poeta caudaloso que quema etapas a ritmo vertiginoso para terminar –literalmente– quemando los frutos de su aprendizaje y así empezar de nuevo. 

Lo mismo cabe decir de sus cuadernos de notas (reunidos en El monstruo ama su laberinto), estructurados en forma de fragmentos y ráfagas de pensamiento que no aspiran a otra coherencia que la que procuran las insistencias de su autor: el humor como antídoto y disolvente frente a las imposiciones del poder; la aversión a cualquier forma de dogmatismo y teoría simplificadora; la creencia en que somos mente y espíritu, pero también cuerpo que come y duerme y defeca; el amor a la paradoja y el carácter maravillosamente contradictorio y extravagante de la realidad; la fe en el carácter libre y abierto de la escritura… 

Simic, el poeta, fue haciéndose más ligero y burlón y hasta despreocupado con los años, como si quisiera combatir así las sombras ideológicas y civiles que fueron creciendo sobre su país de adopción. Camus tenía razón, afirmaba: “la lucidez heroica ante el absurdo es más o menos todo con lo que contamos”. Incluso en la era de Trump, al que llamaba moron-in-chief con mucho sentimiento, “Charlie” supo no perder la perspectiva ni caer en formas de melancolía más o menos narcisistas. Tantos años de insomnio le habían enseñado, entre otras cosas, que no hay noches eternas: “El cielo es azul. El ruiseñor canta en un soneto renacentista, e inmediatamente alguien se va a la cama con un dolor de muelas.” ~

Imagen de portada: Caricatura de Charles Simic

FUENTE RESPONSABLE: Letras Libres

Sociedad y Cultura/Literatura/Poesía/Versátiles/En memoria

7 poemas de Andrea López Kosak.

Andrea López Kosak es una poeta nacida en Bahía Blanca, Argentina, en octubre de 1976. Publicó varios libros de poemas, algunos de ellos son Bailar sola (Editorial de la Universidad de La Plata, 2005), Le dan hueso (Editorial Cinosargo, 2012), Indor (El ojo del mármol, 2015), Mula blanca (Caleta Olivia, 2018), El jardín de las licencias (Prueba de Galera, 2021), y Animales de.costumbres (Pre-textos, libro ganador del premio internacional de.poesía Juan Rejano en 2021).

***

El campo fue el mito

fundacional de la familia.

No había cielo

para los muertos,

sino la llanura donde balaban corderos

antes del sacrificio.

Un paraíso

que construyó mi madre

cuando su madre carneaba animales

que no tenían nombre,

no como esa cerda

paridora, que amamantó a los gatos

y por haber aprendido

a obedecer, sobrevivió.

***

El amor de

el amor por

el amor a

¿Cuántas omisiones

pueden acompañar

la palabra que ejercito

sentada bajo los pinos

de agosto, entre cascaritas

que podrían haber sido

pájaros?

***

Un cuerpo de cincuenta y cinco kilos

tarda una hora y media en quemarse.

Un leño de quebracho, dos días.

Parece que las autoridades

de cierta ciudad planean

calentar ambientes con los muertos.

Antes de llegar a casa corro el colectivo.

La señora de atrás

dice que lla debe de haber nacido

con el frío,

y no se lo sacó más.

Sólo cuando me agito

mi corazón existe.

***

Te como cruda

decía mi madre,

que en cada animal veía

su posibilidad de ser

carne, cuerpo abierto con huesos

que ya no sostienen, como

mariposa con las alas quemadas.

Yo dejaba que me comieran

sus palabras

me deglutiera la lengua que es

mi herencia, así

me hice finita, de cara

a un pánico típico.

***

Manejo hacia Walmart

en día de descuento.

En la banquina los teros

gritan lejos del nido

para despistar.

Los depredadores

tienen tiempo, los fascina

la velocidad de los autos,

reconocen

la aridez que los hizo pacientes.

La necesidad

tiene cara de hereje,

decía mi padre. Lo pienso

ahora que Dios

es una programación mental:

carteles que parecen

colgados del cielo publicitan

libertad, y sobre la ropa vieja

de un espantapájaros

los caranchos se adueñan del horizonte.

***

Un perro

saca de la basura un hueso, huele

algo que una vez sangró.

Hace bien,

el perro, en no dudar,

llevarlo como un don,

un presente:

ya quisiera yo

una naturaleza inmune.

***

Trescientos diez vientres.

Cien receptoras preñadas.

Veinticinco padres de plantel.

Oferta excepcional

de genética productiva.

Puros: sin gen

salvaje o ancestral.

Quince nulíparas de alta calidad.

Veintiocho usadas paridas.

Treinta hijos al pie, segunda parición.

Pago contado con descuento.

Machos: cinco cuotas.

Hembras: flete gratis.

Setenta puros controlados.

Cien controladas puras.

Hijas de Crédito, padre

del Gran Campeón.

Doscientas inseminadas con Efectivo.

Ciento ochenta días libres.

Diez cuotas sin interés.

Productor de Buenas Hembras.

Pigmento total.

Facilidad de parto.

Hijos que logran los precios máximos.

Reproductores

con información confiable.

Remate de embriones y envíos

de semen a todo el país.

Imagen de portada: Andrea López Kosak (Foto: Emilio Orbe)

FUENTE RESPONSABLE: Zenda. Apuntes, Libros y Cía. Por Juan Domingo Aguilar. Editor. Arturo Pérez-Reverte. 1 de marzo 2023.

Sociedad y Cultura/Literatura/Poesía/Versátiles.

A través de la noche, de Jairo García Jaramillo

Jairo García Jaramillo es un escritor, profesor e investigador literario que estudió Filología en la Universidad de Granada, ciudad en la que nació en 1982. Sus primeros trabajos estuvieron dedicados a la obra de los poetas Javier Egea y Pablo del Águila. En 2011 obtuvo el XIII Premio Internacional de Ensayo ‘Miguel de Unamuno’ de Bilbao, por su trabajo La mitad ignorada. En torno a las mujeres intelectuales de la Segunda República (Madrid, 2013). A partir de esta investigación surgió su colaboración como documentalista y asesor de contenidos en Las Sinsombrero, proyecto destinado a visibilizar a las mujeres escritoras y artistas españolas del primer tercio de siglo XX. Actualmente finaliza el Grado de Filosofía en la UNED. Presentamos una selección de textos de su primer poemario, A través de la noche (EDA, 2023), libro que puede recorrerse como un viaje nocturno a través de la oscuridad interior y exterior, ya que  el autor indaga en su propia historia en un momento de crisis marcado por la inquietud, la confusión y la frustración, recogiendo, de paso, un cierto espíritu de época.

***

Todo

cruzando la vigilia

en la región del sueño

todo me pertenece

todo es mío sin límites

en los bolsillos siempre

guardo lo que me encuentro

una estrella fugaz

una piedra que brilla

en mitad de la tarde

un reflejo de luna

en el estanque azul

o algún sonido único

como tu voz llamándome

una estrella un reflejo

una piedra o tu voz

que brilla fugaz y única

azul frente a la luna

todo lo voy guardando

todo me pertenece

pero luego amanezco

con las manos vacías

***

Espiral

vienes desde muy lejos

llevas los pies descalzos

avanzas por el túnel

con los ojos de arena

y una antorcha en la mano

que dibuja en la bóveda

una larguísima sombra

hay una luz al fondo

que te sirve de guía

hacia el fin de la noche

pero estás tan cansado

de este eterno ritual

la fuga se repite

tantas veces exacta

que hoy has decidido

salir de la espiral

y tenderte un momento

en el suelo y entonces

te duermes y en el sueño

vienes desde muy lejos

llevas los pies descalzos…

***

Tacto

es tan débil la luz

que entre nosotros

ya solo sirve el tacto

***

Amanecer

la luna es esta noche

un óvulo preñado

por el viento

una venus redonda

de marfil

que te muestra hierática

y desnuda

con suave gravidez

un espejo anterior

al nacimiento

mira la curva encinta

de su vientre

oye que se dilata

y se contrae

entre brillantes estertores

y espera aquí

conmigo

bajo este influjo mágico

otro parto de luz

***

Océano

… lo negro ilimitado…

Ch. Baudelaire

bajo el agua a dos mil metros, respiro

todo es oscuridad en el océano

y todo es miedo y soledad y abismo

pero algo aquí me dice inténtalo

y yo avanzo por esta vastedad

de noche cósmica, niego el silencio

dejo mi suerte en manos del azar

como sucede en los mejores sueños

luego lo auténtico se desvanece

mientras del fondo emerge lentamente

nítida la conciencia: desde lejos

oigo mi respiración, amanece

la luz —es el día resplandeciente— y

casi al borde de la asfixia, despierto

—————————————

Autor: Jairo García Jaramillo. Título: A través de la noche. Editorial: EDA. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

Imagen de portada: Jairo García Jaramillo.

FUENTE RESPONSABLE: Zenda. Apuntes, Libros y Cía. Por Juan Domingo Aguilar. Editor: Arturo Pérez-Reverte. 27 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/Literatura/Poesía

5 poemas de «He extendido mis sueños a tus pies», de W. B. Yeats.

La editorial Nórdica reúne 40 de los mejores poemas de W. B. Yeats en He extendido mis sueños a tus pies. Una oportunidad única para acercarse a la obra del gran renovador de la literatura irlandesa moderna, además de Premio Nobel Literatura en 1923, en una edición bilingüe, con ilustraciones de Sandra Rilova y traducción de Jordi Doce.

Zenda reproduce cinco poemas incluidos en He extendido mis sueños a tus pies (Nórdica).

***

A LA ROSA SOBRE LA CRUZ DEL TIEMPO

¡Rosa roja, Rosa altiva, triste Rosa de mis días!

Acércate mientras canto las antiguas tradiciones:

Cuchulain plantando cara a la marea inclemente;

el gris Druida hijo del bosque, el de tranquila mirada,

que asedió a Fergus con sueños y desastre inenarrable,

y tu propio desconsuelo, que las estrellas, marchitas

por bailar sobre las aguas con sandalias plateadas,

entonan con solitaria y orgullosa melodía.

Ven, que ya no más cegado por el destino del hombre

encuentre bajo las ramas del amor como del odio,

en todas las necias cosas que viven un solo día,

la belleza sempiterna vagando por su camino.

Ven, acércate a mi lado; y abrid un pequeño espacio

para que todo se colme con el olor de la rosa.

Que pueda seguir oyendo cosas comunes y ansiosas;

el gusano que se oculta en su pequeña caverna,

el ratonzuelo corriendo junto a mí sobre la hierba

y mortales esperanzas que se afanan y transcurren;

no escuchar sino las cosas extrañas que dijo Dios

al corazón luminoso de los que han muerto hace tiempo,

y salmodiar una lengua que los hombres desconocen.

Ven, acércate; quisiera, antes que llegue mi hora,

cantar la Irlanda de antaño y las viejas tradiciones:

Rosa roja, Rosa altiva, triste Rosa de mis días.

***

¿QUIÉN VA CON FERGUS?

¿Quién irá desde ahora en el carro de Fergus

a rasgar la penumbra del recóndito bosque

y bailar en la orilla de las aguas en calma?

Alza, joven, tu frente pelirroja,

y alza, niña, tus párpados serenos,

y no penséis ya más en miedos y esperanzas.

Y no penséis ya más con esquiva mirada

en el misterio amargo del amor;

pues que Fergus gobierna las livianas carretas

y gobierna las sombras de los bosques,

y el blanco pecho del sombrío mar

y todas las errantes estrellas despeinadas.

***

LA ISLA DEL LAGO DE INNISFREE

He de partir sin falta, partir hacia Innisfree,

y alzar una cabaña con arcilla y con zarzos:

nueve hileras de judías tendré, un enjambre de abejas,

y solo he de vivir en el claro vibrante.

Y algo de paz encontraré, pues la paz llega lentamente,

gotea entre los velos de la aurora y el lugar donde canta la cigarra;

allí la medianoche es un rescoldo, el mediodía un brillo púrpura

y la tarde se puebla de alas de pardillo.

He de partir sin falta, pues siempre, noche y día,

oigo temblar las aguas en la orilla del lago;

en medio del camino, o en las grises aceras,

allá en lo más profundo del corazón las oigo.

***

CUANDO ANCIANA

Cuando, anciana y canosa, te domine el cansancio

y cabecees junto al fuego, toma este libro

y léelo sin prisa, y sueña con la vieja

ternura de tus ojos y con sus hondas sombras;

cuántos amaron tus momentos de dicha y gracia

y amaron tu belleza con amor noble o falso;

pero un hombre amó en ti tu alma peregrina

y también las tristezas de tu rostro voluble;

y mientras te reclinas junto al hogar radiante

musita con tristeza cómo el Amor huyó

y anduvo a grandes pasos por las altas montañas

hasta esconder su rostro en un tropel de estrellas.

***

ÉL REPRENDE AL ZARAPITO

No lances tu chillido al aire, oh zarapito,

o lánzalo tan solo al agua de poniente;

pues tu chillar me trae a la memoria

finos ojos ardientes y sus largos cabellos

palpitando pesadamente sobre mi pecho.

Bastante mal hay ya en el chillar del viento.

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Autor: William Butler Yeats. Título: He extendido mis sueños a tus pies. Traductor: Jordi Doce. Editorial: Nórdica. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

BIO

William Butler Yeats (Dublín, 1865- Roquebrune-Cap-Martin, Francia, 1939): Poeta y dramaturgo irlandés. Creador del estilo celta crepuscular, fue sin duda el máximo representante del renacimiento de la literatura irlandesa moderna, y uno de los autores más destacados del siglo XX. Recibió el Premio Nobel de Literatura en 1923. El mayor logro de Yeats fue independizar la cultura irlandesa de los moldes ingleses, tanto en la temática como en la expresión. La poesía de Yeats suele estar inspirada en el paisaje, los ambientes y los mitos de la cultura tradicional irlandesa, especialmente en las leyendas de origen celta, con una constante preocupación por la musicalidad del verso.

Imagen: Cubierta de portada de “He extendido mis sueños a tus pies”

FUENTE RESPONSABLE. Zenda. Apuntes, Libros y Cía. Por Laura Di Verso. Editor: Arturo Pérez-Reverte. 28 de febrero 2023.

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