Investigadores de Alemania hallan restos de estructuras defensivas descritas por Julio César.

A Julio César lo recuerda la historia por transitar a Roma de un modelo republicano a un imperio, conquistar la actual Francia y derrotar a Pompeyo en la guerra civil, entre otras hazañas. Además, relató sus hazañas militares en libros que son elogiados en el estudio del latín por su estilo funcional.

Un equipo de arqueólogos de la Universidad Goethe, en Alemania, encontró restos de estructuras descritas por Julio César como mecanismos defensivos para la confrontación militar.

Las defensas identificadas corresponden a las descritas por Julio César en su narración sobre la Guerra de las Galias y utilizadas para proteger a las legiones romanas durante el sitio de Alesia, que derivó en la derrota de la resistencia y la incorporación de este territorio a Roma. Se trata de un espacio que comprendía las actuales Francia y Bélgica junto con parte de Holanda, al sur del río Rin.

En el año 52 antes de nuestra era, hacia el final del conflicto, Julio César estableció un sistema engañoso de vallas y torres para proteger a sus elementos militares ante el Ejército de Alesa, en un proceso de confrontación que fue definitorio para la guerra y derivó en el sometimiento de los pueblos galos a Roma.

El episodio fue narrado por el propio Julio César en su obra Comentarios sobre la guerra de la Galia, y desde el siglo XIX los especialistas en arqueología habían hecho excavaciones en busca de vestigios de la confrontación militar.

Desde el siglo XIX, los arqueólogos realizan excavaciones en la zona de Bad Ems, situada a medio camino entre las actuales ciudades alemanas de Bonn y Maguncia, en la antigua frontera septentrional del Imperio Romano.

En 2016, se descubrió en el lugar un campamento romano, rodeado por un doble foso y los restos de unas 40 torres de vigilancia de madera, en una superficie de ocho hectáreas, donde hace un siglo se desenterró mineral de plata procesado junto con cimientos de muros, según el portal LiveScience. Este año, un equipo de estudiantes, dirigido por Frederic Auth, desenterró clavos de madera conservados y una moneda del año 43 de nuestra era.

Estos vestigios permitieron identificar que la primera línea de defensa identificada formaba parte de un sistema de fortificaciones vigente en el año 110 de nuestra era y que fue descrito por Julio César. Su propósito era utilizar la menor cantidad posible de soldados para resguardar el campamento, apoyados por troncos de árbol gruesos y atrincherados y por palos puntiagudos que hostilizaran a los galos.

El resto de elementos que componen el campamento conocido fueron fortificados para defender la frontera norte del imperio romano de las que consideraban incursiones bárbaras en su territorio y se mantiene como un ejemplo visible de la supervivencia de las fortificaciones descritas por el responsable político de la transición de la república al imperio.

Imagen de portada: Cortesía KBYO biological

FUENTE RESPONSABLE: Sputnik Mundo. 6 de marzo 2024

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El Libro de Thoth: ¿una enciclopedia de saberes o un método de tarot para los antiguos egipcios?

El libro contenía unas enseñanzas y secretos sobre otros mundos extraterrestres y civilizaciones terrestres avanzadas y desaparecidas.

El mundo de lo fantástico se alimenta a menudo de mitos incomprobables que algunos autores aficionados a lo oculto y las conspiraciones dan por buenos porque sirve para conclusiones predeterminadas. Todo tiene una base que entienden real, algunas menciones en textos antiguos o referencias en obras de personas fallecidas siglos atrás. Desde siempre se ha hablado de libros desaparecidos, prohibidos u ocultos, contenedores de enseñanzas extraordinarias. 

Uno de los casos más significativos es el Libro de Thoth. Según los defensores de su existencia se trataba de unos papiros egipcios, o de una civilización pre-egipcia, que contenían unas enseñanzas y secretos sobre otros mundos extraterrestres y civilizaciones terrestres avanzadas y desaparecidas. Si se llegara a descubrir algún ejemplar perdido, la ciencia que contendría mejoraría notablemente la vida de los humanos.

Según los defensores de su realidad histórica, el libro contenía unos conocimientos extraordinarios que hacía a sus poseedores poderosos en grado sumo. 

Y, según los mismos, el desprecio hacia su existencia por parte de la arqueología académica es una venganza contra otra arqueología diletante que entiende que la civilización egipcia es mucho más antigua que lo que cuentan las Universidades y que pudo tener un origen extraterrestre. 

Estas doctrinas sobre alienígenas ancestrales cuentan actualmente con muchos seguidores y llena las páginas de revistas sobre el tema y programas de televisión. Como son meras hipótesis, no se pueden atacar sus argumentos con métodos racionales. Y siempre queda la duda general sobre posible vida en otros planetas.

El mito en torno al libro

El libro, como todos los secretos herméticos que concedían poderes sobrenaturales, se ha perdido. Pero nos asombra la cantidad de datos que se dan sobre él que, con toda probabilidad, se trata de fabulaciones y mixtificaciones. Como todo lo relacionado con el ocultismo, resulta atractivo como la mejor ficción. 

A Thoth nos lo presentan como un ser extraterrestre, con cabeza de animal, que enseñó a los humanos conocimientos científicos avanzados y desarrollos técnicos impensables hoy día. Fue uno de esos impulsores míticos del desarrollo, el transmisor de conocimientos que marcaron el progreso de la humanidad. La ruptura con la evolución pausada en los descubrimientos humanos. 

El libro pudo ser copiado en numerosas ocasiones, unas con fidelidad y otras con errores voluntarios para no transmitir su contenido a los no iniciados. Algunos conocedores de lo desconocido sitúan un ejemplar en la Biblioteca de Alejandría y resultó quemado en alguno de los incendios que sufrió. Otros piensan que alguna secta hermética conserva un ejemplar pero procura no transmitirlo por los efectos desfavorables que podrían tener su uso por un mal gobernante que se hiciera con el poder mundial.

Bajorrelieve de Thoth (Dyehuty en egipcio) en el templo de Luxor

La mención a este escrito aparece en el papiro de Turis y en la estela de Metternich. No hay más datos hasta que en el siglo XV se dieron por buenas algunas fantasías sobre su existencia hechas por autores que nunca vieron tal libro. Por tanto, para algunos ventajistas de la especulación intelectual, la mera mención supone la existencia. Sobre el contenido la fabulación es inmensa. Las sociedades secretas que poseían algún ejemplar o fragmentos del él, trataban de ocultarlo y cuando algún brujo o alquimista declaraba poseerlo, moría inmediatamente y sus pertenencias desaparecían. Los que mencionaban su posesión eran quemados por la Inquisición. Consecuentemente, algunos de los defensores de la existencia concluían que hay una conspiración de poderosos que tratan de evitar la aparición de sabiduría antigua que puede trastocar el sistema de dominio mundial actual, aunque les gustaría poseerlo para fortalecer su posición.

Pudo haber sido uno más de los muchos libros de magia que no contenían poderes sino ilusiones y fraudes

El mito de este libro antiguo, desaparecido, compendio de saberes ocultos que otorgan poderes sobrenaturales es, en realidad, la metáfora de muchos anhelos y aspiraciones humanas. La sola mención de un libro en estelas egipcias no significa que haya existido, pudo haberse recogido una simple leyenda. Y, en el supuesto de su existencia, y dado el desconocimiento absoluto sobre su contenido, pudo haber sido uno más de los muchos libros de magia que no contenían poderes sino ilusiones y fraudes. De hecho, se le toma como origen de un método de tarot que ha tenido éxito entre los creyentes de estas adivinaciones.

Detrás del mito está la aspiración humana al conocimiento automático de saberes extraordinarios.

Además del innegable atractivo que tienen los misterios y el gusto por las lecturas fantásticas, detrás del mito está la aspiración humana al conocimiento automático de saberes extraordinarios que curen, transformen o hagan desaparecer cosas o personas de manera inmediata y sin esfuerzo. Que se hagan realidad los superpoderes de los superhéroes.

La negación del método científico y del esfuerzo continuado durante años o siglos para llegar a descubrimientos que transformen la técnica y hagan que el hombre invente métodos y máquinas que mejoren la existencia en la Tierra. 

Frente a este gran trabajo no siempre exitoso, el estudio tedioso, largo y lento y muchas veces erróneos, los hombres sueñan con una sencilla fórmula que permita lo mismo pero con un simple deseo, con la transmisión mental de una orden, con un chasquido de dedos. 

La suprema magia al servicio de quien consiguiera los libros mágicos o la transmisión telepática de potencias otorgadas por seres extraterrestres o sobrenaturales. Por un lado, la ingenua aspiración de mejorar la vida de los hombres en un instante; por otro, el culto a la pereza porque lo mejor ya está escrito aunque oculto y no es necesario trabajar para llegar a las mismas conclusiones.

Imagen de portada: Akhenatón y Nefertiti (dcha.) junto con sus tres hijas. Reina Nefertiti y Akhenatón.

FUENTE RESPONSABLE: El Debate. Por Antonio M. Carrasco. 4 de marzo 2023.

Sociedad y Cultura/Historia/Antiguo Egipto/Mitos y Leyendas/El Libro de Thoth

Cuando morir era la moda: así construyó la tuberculosis el estándar de belleza femenina.

ESPECULANDO CON LA DESGRACIA

Dos de las hermanas Brönte murieron a causa de ella. Después llegó Fantine en ‘Los miserables’ o Katerina Ivanova en ‘Crimen y castigo’… La tisis, como se conocía en el siglo XIX, mató y vistió a miles de mujeres.

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«Últimamente, la enfermedad de Anne ha asumido un carácter menos alarmante que al principio: la agitación se alivia; la tos se calma a veces. Si pudiera saber que viviría dos años, un año más, estaría agradecida: temía los terrores del veloz mensajero que nos arrebató a Emily en unos pocos días», escribió Charlotte Brönte en su diario en 1849. 

Había perdido a una de sus hermanas y estaba a punto de perder a otra. Hoy conocidas y reconocidas como grandes escritoras, ambas murieron jóvenes a causa de la misma enfermedad. 

En las mismas páginas de aquel diario de una joven en duelo, una frase se interpone a todo el relato de la muerte acechando su casa: «La tisis, soy consciente, es una enfermedad halagadora». Con todo, Brontë parece mostrar con ella aprecio por una infección. La tisis se había adentrado más allá del organismo, en el subconsciente de toda una sociedad, Charlotte dejó prueba de ello. Solo quedaban 4 años para que el compositor Giuseppe Verdi presentara el ideal de una hermosa heroína en su ópera La Traviata. Una heroína que moría lentamente.

Verdi se inspiró en una obra que era en sí misma una adaptación de la novela de Alexandre Dumas La Dama de las Camelias. La historia era de todo menos una ficción: seguía en su vida a la cortesana y víctima de tisis, Marie Duplessis. Un retrato la había convertido en famosa por su piel extremadamente blanca y sus ojos oscurecidos que encumbraban a la perfección, nunca mejor dicho, la estética consuntiva de la época. El personaje de Fantine en Los Miserables se uniría a ella, y también Katerina Ivanova en Crimen y Castigo. La tisis, es decir, la tuberculosis, era un estándar, un sueño, un delirio hacia las mujeres.

Delicadas y pálidas

Las víctimas nobles y hermosas de la tuberculosis fueron un tema común durante todo el período conocido como la era victoriana en Inglaterra (y puestos así en gran parte de la Europa del momento). Basta un vistazo rápido para encontrar innumerables pinturas que a lo largo del siglo XIX plasmaron a niñas y mujeres víctimas de esta enfermedad, delicadas y pálidas en la cama rodeadas de seres queridos afligidos o reposando en un paisaje natural acompañadas por pájaros, que ilustran la metáfora de un espíritu listo para dejar el cuerpo.

Una chica enferma de tuberculosis reposa mientras su enfermera le lee un libro. (Wikimedia)

A mediados del siglo XIX, la tuberculosis había alcanzado niveles epidémicos, volviéndose responsable del 25% de las muertes anuales solo en Europa. La enfermedad, que ahora se sabe que es infecciosa, ataca primero los pulmones y poco a poco va dañando otros órganos. Como explica la periodista Emily Mullin en Smithsonian, sus víctimas se consumían lentamente, y en el proceso de volvían pálidas y delgadas hasta morir. Aún quedaban décadas, hasta 1928, para que en el St. Mary’s Hospital de Londres, Alexander Fleming descubriera la penicilina y con ella la introducción de antibióticos se hiciera posible.

Enferma de tuberculosis reposa en un balcón mientras la muerte, representada como un esqueleto con una guadaña, la observa. (Wikimedia)

Cuando la tuberculosis comenzó a propagarse durante la era victoriana, su recorrido no era nuevo. Se trata de una de las enfermedades más antiguas conocidas, tanto que incluso se han encontrado en momias evidencias de sus consecuencias. Pero entonces, como su cura, esto no lo sabían. En la actualidad, sigue provocando la muerte en países empobrecidos. Los investigadores estiman que más de mil millones de personas han muerto a lo largo de la historia.

¿Qué estaba pasando?

Dos siglos atrás, la forma en que se contraía aún no se entendía bien, pero su carga se acentuó tanto en comparación con otros tiempos que llegado el momento a los científicos de la época no les quedó más remedio que centrarse en ella. Se había convertido en una epidemia, matando a casi 1 de cada 5 personas en Europa. De aquellas muertes, resulta que el 40% se producían en ciudades densamente pobladas. ¿Qué ocurría?

La Miseria, de Cristóbal Rojas (1886). Rojas tenía tuberculosis cuando pintó esto. Aquí describe el aspecto social de la enfermedad. (Wikimedia).

Mientras en los laboratorios y las convenciones tanteaban respuestas a la gran pregunta, la enfermedad se tornó un estándar. A menudo se le llamaba «consunción» debido a la cantidad de peso que perdían quienes la padecían. También la apodaron «la peste blanca» por lo pálida que se ponía la gente. Sin embargo, su apodo definitivo fue «la enfermedad romántica». Contra todo pronóstico, o no, la sociedad se enamoró, literalmente, de los efectos físicos de contraerla. La piel pálida, las cinturas delgadas y los labios y las mejillas enrojecidos por las fiebres prolongadas que producía enmarcaron la idea de belleza. La tisis hacía que las mujeres enfermas parecieran mucho más débiles y apagadas (estaban muriendo, como para no estar apagadas). Los retratos de pintores que se enfrentaban a la enfermedad de sus esposas o hijas convirtiéndolas en musas, como es el caso de Abbott Thayer, condujeron a la moda a inclinarse hacia lo puritano para emular el destello celestial de aquellos cuadros.

Mis hijos, por Abbott H. Thayer. Podemos ver en el centro a la hija mayor del artista, viudo de su esposa y madre de los tres pequeños a causa de la tuberculosis. (Wikimedia)

Amoníaco por aquí, plomo por allí

«Está claro por qué los artistas se abstendrían de conmemorar el estado agonizante de sus seres queridos en favor de una representación más halagadora. Desafortunadamente, el instinto complicó las cosas significativamente. El hecho de que los efectos de la tuberculosis se consideraran atractivos en la era victoriana, incluso deseables, socavó la naturaleza letal de la enfermedad», apunta al respecto la periodista cultural Annie Lyall Slaughter en la revista digital Cultured. Así, como si la falta de sol no fuera suficiente para muchas mujeres de clase alta del momento, ¿por qué no empolvarse la cara para parecer aún más pálidas?

A la izquierda, un recorrido visual por los diferentes patrones de la moda femenina a lo largo del siglo XIX; a la derecha, vestidos de gala, una ilustración de finales de 1870. (Wikimedia)

Entre mediados y finales del siglo XIX, los efectos blanqueadores de la tuberculosis eran tan codiciados que las mujeres comenzaron a tragar obleas de arsénico (falsamente anunciadas como «absolutamente inofensivas»), lavarse con amoníaco y cubrirse el cuerpo con pinturas blancas y esmaltes tóxicos: cremas a base de plomo, tiza y pizarra, que se usaban en todo el rostro y, en realidad, donde fuera, como detalla la escritora estadounidense Mimi Matthews en su libro A Victorian Lady’s Guide to Fashion and Beauty. 

Obligadas por la mirada de ellos, las rutinas de tocador se alargaron al tiempo que la ropa se estrechaba. Corsés, crinolinas y largos vestidos que empujaron su postura a un estado frágil e inestable… El look perfecto para autodestruirse, o el gancho ideal para toda bacteria.

De lo neoclásico a lo fatal

Hasta el comienzo de la era victoriana a mediados de los años 30, el estilo de vestir neoclásico había sido la gran tendencia entre las mujeres de clase alta. Telas delgadas y transparentes y líneas rectas ajustadas que ocultaban la figura femenina. Paulatinamente, se desabrocharon el pecho y el cuello para resaltar aquellas pieles pálidas y mostrar una buena estructura ósea en forma de clavículas prominentes. La única zona del esqueleto que se libró de un trato fatal.

Ilustración de mediados del siglo XIX que resalta con ironía la moda para las mujeres en aquel momento. (Wikimedia)

De hecho, no es casualidad que la invención de la jaula de crinolina de acero con resorte en la que se debían enfundar todas las mujeres «respetables» ocurriera en 1856. Y para rematar, los bajos se volvieron cada vez más largos, como auténticas colas que tapaban la sombra y alargaban las siluetas que establecía el corsé requerido para tales vestidos. Por supuesto, el resultado terminaría siendo una figura encorvada y un cuerpo bastante debilitado por la falta de capacidad para respirar correctamente un aire cada vez más contaminado. El inmenso crecimiento industrial que estaba sucediendo cubría las ciudades de una polución para la que tampoco había cura… El mundo se acercaba a la industrialización masiva en un escenario de constante prueba y error que enfermaba (y enfermó) a cualquiera.

El ideal de belleza o los ojos masculinos

En este sentido, añade Lyall que «fueron artistas, poetas y escritores quienes crearon representaciones extravagantes de la terrible enfermedad en un frenesí febril para hacer que sus efectos fatales fueran más fáciles de comprender. 

Mientras la enfermedad exterminaba en masa, provocando heridas sangrientas, dolores debilitantes en los pulmones e interminables días de agotamiento, los artistas visuales utilizaron sus herramientas para llevar el dolor, representando la angustia de la tisis como si fuera nada menos que algo hermoso. Nacía un nuevo período de exaltación de los muertos (o futuros muertos)». En palabras de Carolyn Day, profesora de historia en la Universidad de Furman en Carolina del Sur y autora del libro Consumtive Chic: A History of Fashion, Beauty and Disease, «la tuberculosis potenció aquellas cosas que ya están establecidas como bellas en las mujeres». 

Day explica para Smithsonian que por eso entre la clase alta se comenzó a juzgar la predisposición de una mujer a la tuberculosis nada más y nada menos que por su atractivo. El apogeo de esta llamada «elegancia consuntiva» llegó también a las mujeres de clase media, que también se vieron engullidas por aquel patrón mortífero.

De izquierda a derecha: retrato de Elisabeth Kaiserin von Österreich (Sisí), por Franz Xaver Winterhalter en 1865; María Adelaida de Austria en 1848, por Benoit Hermogaste Molin, y la Reina Victoria en un retrato el día de su boda, en 1847, por Franz Xaver Winterhalter. (Wikimedia)

Si bien es cierto que no solo las mujeres fueron víctimas de aquella moda desproporcionada. A finales del siglo XVIII, los artistas ya quisieron tratar la enfermedad como una oportunidad de alcanzar cierta conciencia elevada, una visión creativa y una agudeza intelectual. Algunos, como el poeta John Keats o el pianista Frédéric Chopin, murieron jóvenes de tuberculosis, unos genios. Su reputación quedaría para siempre consolidada por «una aflicción de artistas», recuerda Elizabeth Lee, profesora de Historia del Arte en el Dickinson College, en The Conversation.

Por fin encontraron los gérmenes

Pero una muerte lenta y dolorosa era imposible de esconder entre metáforas. A menudo, especialmente para quien podía pagarlo, los médicos recomendaban a las personas afectadas que se mudaran una temporada a un lugar tranquilo, con naturaleza y con aire fresco. Recetaron pasar tiempo al sol y dedicarse a la introspección. De esta forma, para la década de 1870 el interés por los sanatorios se popularizó. Se creía el que las personas que tenían tuberculosis, o que pensaban que la tenían, podían fortalecerse en recintos cerca de las montañas, el desierto o el mar, supervisados médicamente.

Llegada la última década del siglo, los científicos comenzaron a comprender la teoría y la transmisión de los gérmenes. Resultó que las mujeres se contagiaban más que los hombres, así que comenzaron a darse cuenta de que, por lo que sea, la vestimenta de ellas podría ser el motivo directo de su muerte: no era higiénico tener faldones largos arrastrando y barriendo el suelo de las calles.

Una joven con tuberculosis, por Gustave Léonard. (Wikimedia)

Cuando los científicos tuvieron la voluntad de pararse en ello, también se dieron cuenta de que emular aquella estética con corsés restrictivos que aplastaban los pulmones era contraproducente, sobre todo teniendo en cuenta que la tuberculosis causaba por sí misma fuertes ataques de tos. La observación condujo a los llamados «corsés de salud», una opción más flexible, o a los vestidos que se ceñían en la cintura para permitir un efecto adelgazante sin la necesidad de otra pieza debajo. Como era de esperar, tal vez, cuando la tuberculosis pasó de moda se asoció con las clases más bajas y pobres. ¿Que fue una vez una enfermedad trágicamente hermosa entre los ricos? Si te he visto, no me acuerdo. 

A comienzos del siglo XX aquellos mismos ricos la asociaron con la miseria y la pobreza. Ahora, las apariencias saludables y vigorosas eran el verdadero símbolo de riqueza. Gran parte de la simpatía hacia las afectadas y los afectados se perdió una vez que la enfermedad «mutó» de clase. Si bien el ideal victoriano en torno a lo tísico no ha sobrevivido hasta el siglo actual, la tuberculosis ha tenido efectos persistentes en las tendencias de la moda y la belleza posteriores a las de la época victoriana. Una vez que los dobladillos de las mujeres aumentaron unos centímetros a principios de la década de 1900, por ejemplo, los estilos de zapatos se convirtieron en una parte cada vez más importante del aspecto general. Asimismo, los baños de sol como tratamiento desembocaría en el fenómeno moderno del bronceado.

Imagen de portada: Fotografía de una chica enferma de tuberculosis, por Henry Peach Robinson. (Wikimedia)

FUENTE RESPONSABLE: El Confidencial. Por Carmen Macías. 5 de marzo 2023.

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Saladino, el gran defensor del Islam.

El 4 de marzo de 1193 murió Saladino, sultán de Egipto y de Siria, famoso por unificar bajo su mando los territorios musulmanes de Oriente y por sus victorias sobre los cruzados en Tierra Santa.

¿Quién fue Saladino?

Después acabar con el poder fatimí en el norte de África, Saladino consiguió convertirse en el sucesor del gobernante de Siria Nur al-Din, a cuyas órdenes habían luchado tanto él como su padre y su tío. Se inició en ese momento una importante unificación de las distintas naciones del Islam. La base de esa nueva alianza se basó en un poderoso ejército formado por soldados kurdos y turcos. 

En materia religiosa, este sultán defendió el sunismo y se alejó de las doctrinas defendidas por el Califato abasí. Con Saladino dio comienzo la poderosa dinastía ayubí, que se mantuvo en el poder hasta que el sultán Turan Shah fue derrocado por los mamelucos. Después de afianzar los territorios de África y Asia, Saladino decidió que su siguiente paso sería reavivar la Guerra Santa y en 1187 atacó a los cruzados en Palestina.

Saladino lideró a sus tropas en la batalla de Hattin, en la cual derrotó a las fuerzas del rey Guido de Lusignan. Esta fue la primera de una serie de victorias que le llevaron a conquistar la ciudad de Jerusalén, que llevaba casi un siglo en poder de los soldados cristianos. 

Comenzó en ese momento la Tercera Cruzada, que duró desde 1189 hasta 1192, y durante la cual Saladino tuvo que rendirse ante el ejército de Ricardo Corazón de León en Acre. El sultán decidió sacrificar esta ciudad para concentrar sus recursos en la defensa de Jerusalén

La guerra se resolvió con un tratado de paz, por el cual los musulmanes conservaron Palestina —aunque tuvieron que permitir un paso a los peregrinos que acudiesen a Jerusalén— y los cruzados recuperaron posesiones en la costa. Al año siguiente, Saladino falleció convertido en una leyenda para sus seguidores y también para sus enemigos que reconocieron su nobleza y valor en el campo de batalla.

Imagen de portada: Saladino (Ilustración)

FUENTE RESPONSABLE: Zenda. Apuntes, Libros y Cía. Por Paca Pérez. Editor: Arturo Pérez-Reverte. 4 de marzo 2023.

Sociedad y Cultura/Historia/Islam/Saladino.

El pirata más poderoso de la historia fue una mujer: la fascinante vida de Zheng Yi Sao.

TEMIDA EN LOS MARES DE ORIENTE

Comenzó su vida trabajando como prostituta en un burdel y la terminó siendo el azote del Imperio chino, que no podía contra ella. Esta es su fascinante historia.

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Decían que era más bella que las demás, y lo que está claro es que tenía más suerte que cualquier otra, pues el futuro tenía un plan de eternidad y leyenda para ella. Nacida en algún momento de 1775 en Cantón, China, Zeng Shih o también Ching Shih, vivió sus primeros años en la región costera de Guangdong, en una época de desigualdad económica y problemas sociales, donde trató de sobrevivir robando y ejerciendo la prostitución. 

Era probablemente una tanka (grupo étnico que vive en embarcaciones frente a las costas de Guangdong) y durante sus primeros años de juventud se ganaba la vida como trabajadora sexual en un burdel flotante, donde podía elegir entre clientes ricos y selectos. 

Según cuenta la leyenda, fue así como conoció en 1801 al capitán pirata Zheng Yi, que tras secuestrar a varias prostitutas del burdel, se encaprichó con ella y decidió convertirla en su esposa. Si nos atenemos a lo que se dice de ella, sin duda ya apuntaba maneras y carácter, pues en cuanto tuvo la noticia del casamiento le advirtió a Zheng Yi que solo aceptaría si él se comprometía a compartir con ella el 50% de sus botines y el mando de su nave pirata.

Así nació la leyenda de la Reina de los Piratas que aterrorizó los mares de la China Meridional en el siglo XIX. Quizá si piensas en un pirata, a tus labios lleguen los nombres de Francis Drake o Barbanegra; sin embargo, también hubo mujeres que se dedicaron a la piratería y el caso de Zheng Yi Sao es probablemente el más famoso de todos. 

La pareja se volvió temida y popular a partes iguales y no solo se dedicaron al contrabando y al control de las embarcaciones que pirateaban. Zheng Shih pasó a ser llamada Zheng Yi Sao, que significa «esposa de Zeng», y como había tenido tanta relación con hombres ricos durante sus años de trabajo en el burdel le permitió conocer muchos secretos y traficar con ellos.

Una confederación para gobernarlos a todos

Pero lo más importante fue que, si bien en los primeros momentos la pareja se dedicó a saquear los pueblos de la costa y los barcos que pasaban por las rutas marítimas internacionales, con el paso del tiempo establecieron un plan mucho más ambicioso: su flota llegó a estar formada por 400 barcos y 70.000 marinos, gracias a distintas alianzas (en los últimos años de su vida, Zheng Shih llegó a dirigir 2.000 barcos, siendo considerada por algunos la pirata con mayor éxito de la historia). 

Pero antes de eso, la pareja decidió controlar todas las embarcaciones que contrabandeaban y crearon una confederación pirata bajo su mando, eliminando así la competencia y optimizando los beneficios. Tras luchar en una rebelión vietnamita, adoptaron a Zhang Bao, un joven al que consideraron su propio hijo.

El destino quiso que Zheng Yi muriese en 1807 en una galerna, provocando que su viuda asumiera el mando total de la confederación de piratas que ambos habían ideado. 

Lo primero que hizo fue asignar a su hijo adoptivo como líder del antiguo escuadrón de su esposo y desposarse con él, que por aquel tiempo se encontraba en su veintena. Además de fortalecer lealtades con estas jugadas, impuso un código de leyes que exigía la obediencia plena: los piratas podían ser ejecutados por robar del botín, violar a mujeres que se habían hecho prisioneras o, simplemente, por comportarse cobardemente o estar ausentes.

La figura de Zheng Yi Sao se recrea en ‘Piratas del caribe’.

Consciente de que, al ser una mujer, se encontraba en una situación vulnerable, Zheng Yi Sao se convirtió en una pirata implacable. Su negocio creció con los años, abarcando desde Corea hasta la costa de Malasia, enfocándose en el comercio de sal de Guangdong. 

Creó un sistema de pasaportes mediante el cual los comerciantes de sal tenían que pagar por un salvoconducto si querían evitar ser atacados, y aunque el propio gobierno chino intentó enfrentarse a su flota, lo único que consiguieron fue perder barcos que acabaron en manos de los piratas.

Al final, el emperador Jiaqing no tuvo más remedio que pedir ayuda a las armadas inglesas y portuguesas en la lucha contra aquella mujer indomable. Ni por esas dejaron de sufrir una humillación tras otra. Finalmente, el Imperio se vio obligado a ofrecer una amnistía a Zheng Yi Sao para que abandonase la piratería. AUnque en un primer momento ella rechazó la oferta (según su propio código de conducta desertar debía ser condenado con la muerte), finalmente accedió y se presentó frente al emperador no para firmar únicamente su indulto sino el de toda su armada. 

Su hijo adoptivo (y también esposo) pasó el resto de su vida como funcionario del gobierno, en una cómoda posición. En cuanto a la mujer que había sido prostituta y después una temida pirata en los mares orientales, volvió a sus orígenes y se instaló en Cantón, donde terminó sus días dirigiendo un burdel y una casa de apuestas, y quizá contando a todo aquel que quisiera escucharla sus increíbles aventuras y hazañas. Falleció en 1844, con 69 años.

Imagen de portada: La pirata más peligrosa de la China Meridional. (Wikimedia commons).

FUENTE RESPONSABLE: El Confidencial. Por Ada Nuño. 1 de marzo 2023.

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El zar rojo en trance de muerte.

Otro primero de marzo, el de 1953, hace hoy justo 70 años, la humanidad asiste a uno de sus momentos estelares porque uno de sus mayores depredadores, Iósif Stalin, sufre un accidente cerebrovascular

Como todo, este asunto también se habrá silenciado. Si el Pravda ha dado cuenta del ictus, será con la información sometida a las manipulaciones pertinentes del comisariado del pueblo que corresponda. Saber que Stalin no se ha de recuperar sería una esperanza y la esperanza también es fascismo en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. 

El mal de Stalin sería una ilusión para los miles y miles de infelices, cautivos en los 420 campos de trabajos forzados del Gulag, temidas siglas de la sección penal del Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos. 

Y, a buen seguro, tales anhelos serían contrarrevolucionarios, pequeñoburgueses, derrotismo o todo a la vez. En el orden impuesto por el estado más despótico y despiadado que ha conocido la Historia, los pobres siguen siendo pobres, pero, además, han de estar contentos y agradecidos por su condición. Nadie como el líder que pastorea a las masas.

Hoy no vale aquello de John Donne, acerca de que la muerte de un ser humano disminuye a la humanidad entera —“no preguntes nunca por quién doblan las campanas: doblan por ti”—, referido por Ernest Hemingway —uno de los grandes cómplices del estalinismo venidos a la Guerra Civil española— al comienzo de ¿Por quién doblan las campanas? (1940). Esta vez, la muerte de un ser humano pone fin a la vida de uno de los grandes depredadores de la humanidad.

Al conjeturar sobre el porvenir, no habrá por qué imaginar esa bota pisando un rostro, de la que el O’Brian de 1984 (1948) —la segunda de las grandes distopías que el estalinismo ha inspirado al trotskista Orwell—, habla a Winston Smith mientras le tortura. 

Imaginar un futuro sin la alimaña del Kremlin es como una luz al final del túnel, un verdadero alivio para cuantos sufren los rigores de los regímenes estalinistas. Incluso podría decirse que, con el accidente cerebrovascular de Stalin, la esperanza de vida aumenta entre las poblaciones que sufren las dictaduras del proletariado. 

Y es que, bajo los auspicios del Zar rojo —que empiezan a llamarle sus antiguos camaradas, quienes saben de su delirio homicida como supieron del de los Romanov— las dictaduras de los miserables sojuzgan a toda la Europa del Este y ganan terreno en Asia a pasos agigantados.

Antes que los burgueses, antes que los poderosos, antes que los ucranianos, antes que los fascistas de toda condición, los primeros enemigos de Stalin fueron los viejos bolcheviques, sus propios compañeros en la Revolución de Octubre. De hecho, en 1926, las dos primeras víctimas conocidas de su actividad criminal fueron Grigori Yevséievich Zinóviev y Lev Borisovich Kámenev, junto a quienes ascendió al liderazgo de la URSS. Después expulsó a Trotski (1929).

Ucranianos como Trotski eran los cuatro millones de muertos, consecuencia de la hambruna que provocó el Zar Rojo en Ucrania con su política de colectivización, puesta en marcha para consolidar la tierra en dominio popular y la mano de obra en granjas de explotación colectiva. Eso fue entre 1932 y 1934. 

La de los años 30 también fue la década de la Gran Purga, que acabó con la vida de cientos de miles de comunistas, socialistas y anarquistas. Andréi Vyshinski, en aquel tiempo aciago fiscal general de la URSS, resolvió que la confesión del acusado era una prueba irrefutable. Pero lo verdaderamente irrefutable era que todos confesaban mediante las torturas sistemáticas a las que eran sometidos los detenidos. Entre 700.000 y 1.200.000 fueron los muertos de Stalin en aquella ocasión. Hasta los verdugos y los jueces acabaron ejecutados por nuevos verdugos y jueces para que no pudieran contar lo que habían visto.

Muy desmejorado desde 1950, la memoria del camarada presidente comenzaba a fallar. 

Pero es difícil que, incluso entonces, olvidase que uno de sus principales títeres en la escena internacional fue el gobierno de la II República Española durante la Guerra Civil. Muy interesado por el desarrollo del conflicto, visto lo visto en España, parece ser que las purgas que puso en marcha en el Ejército Rojo surgieron de la obsesión de que sus propios militares —muchos de ellos trotskistas, pues Trotski había sido el creador de aquella tropa— se le levantasen a él. 

Luego, cuando los alemanes le invadieron, se arrepintió de haber matado a sus generales. Suplió la falta de estrategia y de armamento adecuado con carne de cañón, jóvenes soviéticos a los que mandaba a morir a la Gran Guerra Patria en nombre del pueblo igual que sus enemigos hacían otro tanto en nombre del Reich que iba a durar mil años. Pero los soviéticos casi sin armas y sin munición.

“De unos hombres que apenas a vivir se atrevían / con la boca amarrada y el sueño esclavizado: / de unos cuerpos que andaban, vacilaban, crujían, / una masa de férreo volumen has forjado”, escribe Miguel Hernández.

Cómo olvidar, por mucho que la memoria ya no sea la misma, que los camaradas españoles nunca le fallaron. Siempre contaron entre los más estalinistas del mundo. 

Cuando le hizo falta un asesino para matar a Trotski, lo encontró en el PCE: Ramón Mercader. La propia madre del elegido, Caridad Mercader, lo puso a su disposición. Todos eran agentes de la NKVD, la tristemente célebre policía secreta del Comisariado del Pueblo Para Asuntos Internos de la URSS. 

Agentes de la NKVD como los que asesoraron al gabinete de Juan Negrín y a la Generalidad de Cataluña, siempre al dictado del Zar Rojo, para sumarse a la represión comunista al movimiento libertario en la Barcelona de mayo de 1937, que, en gran medida, acabó con el anarquismo y el trotskismo.

Unos cifran el montante total de los crímenes del camarada presidente en torno a los nueve millones; otros hablan de muchos más. Sin embargo, puede que sea muy superior la cifra de los que en breve le van a llorar: Stalin ha sido el artífice de la Unión Soviética, que en la posguerra ha emergido como la segunda potencia mundial. Y después de tanta sangre y tanta muerte, el camarada Stalin se había vuelto pacifista. Así, en el XIX congreso del PCUS, el último al que asistió en octubre del 52, acabó condenando a los belicistas.

Cuentan sus enemigos que ya el día cinco, dada la ausencia de signos de vida por parte del camarada presidente del consejo de ministros de la Unión Soviética, sus colaboradores más estrechos habrán de hacer un esfuerzo para ser capaces de superar el temor que les causa importunarle —no se molesta alegremente al responsable directo de la muerte de nueve millones de personas— y, tras entrar tímidamente en la estancia donde ha expirado, confirmarán su óbito y romperán a llorar. 

Porque, con el camarada Stalin, se va la auténtica praxis del marxismo-leninismo. Y eso que el camarada Lenin, pese a saberle muy capaz, ya advertía al Comité Central en su testamento que Stalin debería dejar de ser el secretario general del partido, que ese puesto debería ser ocupado por “alguna otra persona que sea superior a Stalin sólo en un aspecto, a saber, en ser más tolerante, más leal, más educada y atenta a los camaradas”.

Andréi Gromyko, célebre ministro de asuntos exteriores de la URSS, recuerda en sus memorias lo que le dijo Molotov —el creador del cóctel que lanzaban los revolucionarios desde las barricadas y miembro del Politburó el día del óbito— sobre la muerte del dictador: “Stalin, tan pronto se sumía en la semiinconsciencia como se recuperaba, pero ya no podía hablar. En un momento dado abrió los ojos a medias. Al ver rostros conocidos señaló lentamente hacia la pared. Todos miramos hacia donde había señalado: había una fotografía de una niña dándole leche a un cordero con un cuerno. 

Con el mismo movimiento lento de su dedo, se señaló a sí mismo. Fue lo último que hizo. Cerró los ojos y ya no los volvió a abrir más. Los presentes lo tomaron como un ejemplo típico de su ingenio: el hombre moribundo se comparaba a sí mismo con un cordero”.

Quién sabe si de haber estado en manos de cualquier otro, de Trotski, por ejemplo, la construcción de la Unión Soviética no hubiera sido igual. Lo cierto es que las revoluciones, como dice Mao Tse-Tung —uno de los que llorarán la muerte de Stalin por ser uno de sus grandes discípulos— no son ningún ejercicio estético, “son un acto violento”. 

Y como tal, se implantan mediante la sangre y el miedo. Eso es algo que se sabe, como poco, desde que la guillotina de los jacobinos cercenó unas 40.000 cabezas durante el Reinado del Terror (1793-1794).

Se sabe y se calla pues Stalin, al haber cometido sus atrocidades por el pan de la famélica legión, ha contado con la complicidad de toda la izquierda mundial. Se sabe que ha matado y mucho, pero la verdadera dimensión de sus crímenes —únicamente parangonable con el delirio genocida de Hitler— se desconoce aún. 

Será su sucesor, Nikita Jrushchov, quien, ya en 1956, acometerá la tarea de la desestalinización del país. Pero lo hará en el llamado “discurso secreto”, pronunciado el 25 de febrero, en el que condenará las purgas puestas en marcha durante la tiranía de su predecesor y el culto rendido a su personalidad. 

A raíz de entonces, tímidamente y tras tensos debates, algunos partidos comunistas del resto del mundo, comenzarán a distanciarse de la ortodoxia soviética. Pero tardarán aún en hacerlo.

“Camarada Stalin, yo estaba junto al mar en la Isla Negra, / descansando de luchas y de viajes, / cuando la noticia de tu muerte llegó como un golpe de océano”. Escribirá Pablo Neruda al saber de su fallecimiento. Desde el poeta del amor hasta Jean-Paul Sartre, cientos y cientos de intelectuales y periodistas obviarán los muertos de Stalin porque el camarada mataba en aras de la famélica legión. Así se escribe la historia.

Imagen de portada: Iosif Stalin

FUENTE RESPONSABLE: Zenda. Apuntes, Libros y Cía. Por Javier Memba. Editor: Arturo Pérez-Reverte. 1 de marzo 2023.

Sociedad y Cultura/Historia/URSS/Iósif Stalin

La pregunta por el origen de San Martín.

Un secreto familiar de dos siglos.

Los verdaderos progenitores del Libertador habrían sido una joven indígena guaraní, Rosa Guarú, quien lo amamantó y cuidó hasta los 3 años de edad, y Diego de Alvear, oficial de la Marina española.

Estos días, desde enero hasta abril, en el Cabildo de Buenos Aires hay una exposición de imágenes de José de San Martín elaboradas con técnica digital por el diseñador Ramiro Ghigliozza. En el mismo Museo, entre otras actividades, el 25 de febrero se realizó una charla debate “Polémica sobre el origen de San Martín” con el historiador Hugo Chumbita y la vicepresidenta de la Academia Nacional de la Historia, Beatriz Bragoni.

La cuestión del origen de San Martín, a la luz de las revelaciones de las últimas dos décadas, resulta apasionante. Lleva en sí un secreto muy bien guardado para la Historia y para el afuera, aunque conocido por muchos descendientes directos de las familias implicadas.

Se trata de un dato biográfico que habría sido alterado: el Libertador no era hijo biológico del matrimonio San Martín-Matorras, sino que fue adoptado por ellos, quienes lo criaron y educaron.

Los verdaderos progenitores del niño de Yapeyú habrían sido una joven indígena guaraní, Rosa Guarú, quien lo amamantó y cuidó hasta los 3 años de edad, y Diego de Alvear, oficial de la Marina española, explorador de la zona misionera, quien habría hecho un compromiso con el matrimonio San Martin para costear su educación militar en España, lo cual se cumplió y le permitió al joven San Martin tener un buen pasar y excelente formación.

La documentación de este fundamental capítulo de nuestra historia está a disposición de quien quiera introducirse o avanzar en el tema, con abundantes antecedentes y las investigaciones que llevó adelante el historiador Hugo Chumbita.

Estos datos han sido escamoteados, silenciados y se ha llegado hasta destruir algunos documentos. Sin embargo, existen numerosas referencias al origen mestizo del Libertador, por testigos y autores de aquella época, así como la tradición oral de la familia materna, los Cristaldo, que fue el apellido que se dio a Rosa Guarú, y de la extensa descendencia de la familia Alvear.

El caso dio lugar incluso a un juicio de filiación por descendientes actuales de los Alvear que solicitaron la realización de la prueba de ADN para establecer la verdad.

Un secreto familiar que llega hasta nuestros días, y que se niegan a admitir diversos factores: factores de poder en sentido amplio, historiográficos, políticos, y también ideológicos, socioculturales, que determinan lo prohibido y lo permitido, y que levantan barreras para ocultar u obstaculizar la circulación de las evidencias.

Se trata de remover un pacto de silencio, y de tomar conciencia de hechos históricos fidedignos. Esto llevará su tiempo, porque es un desafío para revisar y reflexionar sobre las formas en que se construye la narración histórica y la memoria de una sociedad.

El secreto familiar como categoría diagnóstica ha sido estudiado especialmente por las terapias familiares, que me han interesado en mi profesión de psicoanalista, considerando los efectos traumáticos de los hechos y palabras ocultos o negados.

El secreto no-dicho, que se extiende como una mancha de aceite, no es inocuo, trae múltiples consecuencias en la salud de los sujetos y grupos involucrados.

Uno de los mecanismos psíquicos específicos que funcionan es la desmentida: «Lo sé y sin embargo… hago como si no existiera». Es un tipo especial de negación. Esto daría respuestas a ciertos interrogantes que plantea Hugo Chumbita: “Lo curioso es que no se hubiera reparado antes en tales testimonios y que nadie se hiciera cargo en sacar las obvias conclusiones. La historia y los manuales repetían que el padre de la patria era hijo de una familia legítima española, como si no quisieran ver las evidencias en contrario” (Prologo a la 4ª edición “El Secreto de Yapeyú”).

Entre los diversos problemas que plantea el tema, aparecen asimismo en la muestra del Cabildo retratos conjeturales de los padres del prócer diferentes a los que han sido divulgados hasta ahora, pues se pudo constatar que el de Juan de San Martín es falso y corresponde a otro personaje de su tiempo.

Es interesante entonces actualizar el debate. La historia personal de José de San Martín desde la cuna, del medio en que vivió sus primeros años, y la conciencia de su origen y su destino americano, tanto como los otros factores de su formación y sus estudios, son un aspecto sustancial de la historia mayor que lo llevó a convertirse en el Libertador de nuestro continente.  

Imagen de portada: Gral. José de San Martín

FUENTE RESPONSABLE: Página 12. Por Roxana Yattah. 26 de febrero 2023

Sociedad y Cultura/Argentina/Historia.

Fundación del Club Rotary.

Efemérides de la historia.

El 23 de febrero de 1905 tuvo lugar la fundación del Club Rotary en Chicago. El abogado Paul Harris formó esta asociación con profesionales de diversos campos laborales para fomentar el intercambio de ideas entre ellos. Actualmente cuenta con 1,4 millones de socios de todas las partes del mundo.

¿Cómo fueron los inicios del Club Rotary?

Después de Chicago, la siguiente ciudad norteamericana que tuvo su propia sede fue San Francisco. Pronto se les unieron más lugares y se organizó la primera asociación a nivel estatal. En 1912 se incorporan otros países, como Canadá, Gran Bretaña e Irlanda, y solo diez años más tarde el Rotary se hace internacional. Los «rotarios» cada vez tienen más influencia en el mundo de los negocios y también en el de la política. En 1945 asesoraron a la ONU durante su creación. En la segunda mitad del siglo XX los esfuerzos de los socios del club se centraron en realizar programas para ayudar en las comunidades en las que tienen implantación, sobre todo entre los más jóvenes. También se dedican a causas sociales y emprenden la lucha contra enfermedades, como la polio y la malaria, la pobreza y el analfabetismo.

¿Cuáles son los objetivos del Club Rotary?

Desde que Harris arrancó el proyecto, el club ha ido ganando presencia internacional, pero ha seguido manteniendo sus principios: intercambiar y adquirir habilidades para lograr el liderazgo. Y también divertirse en el proceso. Conseguir ser miembro de este club conlleva un duro proceso de selección. Aunque también hay programas de captación desde los 12 años. El Club Rotary ha recibido acusaciones de estar próximo a la masonería y también de machismo: hasta 1987 las mujeres no podían ser parte de esta organización. Aunque se definen como aconfesionales y apolíticos, esta asociación siempre ha estado influenciada por el liberalismo norteamericano. Una de sus máximas es la ética, tanto en las actividades profesionales y empresariales como en la propia vida privada de los socios.

Imagen de portada: Archivo

FUENTE RESPONSABLE: Zenda. Apuntes, Libros y Cía. Por Paca Pérez. Editor: Arturo Pérez-Reverte. 23 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/Historia/Rotary Club

Han encontrado un cargamento de especias exóticas en un barco danés que se hundió en el siglo xv.

El «Gribshunden», un buque de guerra de la flota del rey Juan I de Dinamarca, se hundió en aguas de Suecia en 1495. Descubierto en la década de 1970, el buque ha sido sometido a diversas intervenciones a lo largo de las décadas. La última, cuyos resultados acaban se ser publicados, ha revelado que el navío transportaba en el momento de su hundimiento un valioso cargamento de especias.

Al sureste de Suecia se encuentra la isla Stora Ekö, en aguas protegidas del archipiélago de Ronneby. Aquí, en la década de 1970, un grupo de buzos deportivos locales descubrió algunos restos de maderas, bastante inconexos, que muy pronto vieron que formaban parte de un antiguo naufragio.

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El pecio fue bautizado como Stora Ekö o naufragio de Ekö. Aunque no fue hasta 2001 cuando se llevó a cabo una exploración más a fondo. Entonces, los arqueólogos submarinos tomaron una muestra de madera de una de las vigas que yacían en el lecho marino y su estudio reveló que el barco había sido construido con madera talada hacia el invierno de 1482-1483. 

Poco después, el Museo del Condado de Kalmar y el club de buceo local rescataron diversos elementos que se habían conservado en el sedimento fangoso, entre ellos nueve soportes para los cañones, fragmentos de cotas de malla y un cabrestante.

La investigación también aportó valiosa información sobre la construcción, hecha con tablones carvel (los tablones se colocan de borde a borde y se sujetan a un marco robusto, formando así una superficie lisa), lo que contrasta con las embarcaciones nórdicas tradicionales construidas con clinker (los tablones del casco se superponen). Finalmente el barco fue identificado en 2013 como el Gribshunden, un gran buque de guerra que formó parte de la flota del rey Juan I de Dinamarca. Dos años después, en 2015, pudo rescatarse su espectacular mascarón de proa. Todas estas piezas se exhiben en el Museo Blekinge.

Mascaron de proa del Gribshunden encontrado en el fondo del mar en 2015.Foto: Ingemar Lundgren (Blekinge Museum)

UN TESORO EN ESPECIAS

Pero ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Lund, en Suecia, dirigido por Mikael Larsson y Brendan Foley, ha descubierto que en el momento de su hundimiento el Gribshunden transportaba un «auténtico tesoro» vegetal, algo que hasta la fecha había sido pasado por alto.

Los resultados de esta nueva  investigación, que tuvo lugar entre 2019 y 2021, acaban de publicarse en la revista Plos One

Uno de los arqueólogos marinos durante los trabajos de excavación del Gribshunden. Foto: Brett Seymour (Lund University)

Para llevar a cabo su investigación, los arqueólogos submarinos emprendieron una nueva exploración del pecio. Durante los trabajos sacaron a la luz nuevos materiales, como monedas de plata, paneles de pared decorados en abedul, una jarra de madera adornada con una corona, unos restos de calzado…

Y aunque la mayoría de artefactos ya habían sido rescatados en anteriores expediciones, Larsson y Foley se dieron cuenta de que algo importante había sido obviado: unos contenedores en los que se habían guardado elementos vegetales que se hallaban en bastante buen estado de conservación, concretamente unas 3.000 muestras.

LA CONSERVACIÓN DEL GRIBSHUNDEN

A la hora de analizar estas muestras en el laboratorio, los arqueólogos vieron que entre ellas había incluso especias tan apreciadas en aquella época como nuez moscada, clavo, mostaza y eneldo. También el carísimo azafrán y jengibre, pimienta…

Según los investigadores, la presencia entre el cargamento de algunas de estas especias procedentes de lugares tan remotos como Indonesia indicarían que en el siglo XV los daneses habían logrado establecer una avanzada red comercial. Asimismo, los investigadores también descubrieron entre los restos del navío diversos tipos de frutas como moras secas, frambuesas y uvas, así como semillas de lino y almendras. Otro hallazgo de interés son restos de beleño, una planta que en la época se usó con fines medicinales. 

Los investigadores encontraron nuez moscada, clavo, mostaza y eneldo. También el carísimo azafrán, jengibre, pimienta o almendras.

 (a-c) diferentes vistas de granos de pimienta, d) segmentos de tallo, algunos con bayas de pimienta inmaduras.

 (a-c) diferentes vistas de granos de pimienta, d) segmentos de tallo, algunos con bayas de pimienta inmaduras.Foto: Mikael Larsson, Brendan Foley

Azafrán encontrado en el lugar del naufragio de Gribshunden. Partes de la planta del azafrán: a-c) estigmas, d) placa de Petri que muestra una porción de los estigmas de azafrán recuperados.Foto: Mikael Larsson, Brendan Foley

Pero aún quedan algunas preguntas por responder, como por ejemplo ¿por qué se hundió el Gribshunden y por qué llevaba una carga tan valiosa?

En 1495, Juan I movilizó a su poderosa flota, de la cual formaba parte el Gribshunden, su buque insignia.

A pesar de que en aquel momento el monarca no se encontraba en el barco, a bordo del navío de guerra iban sus mejores hombres, y también iba cargado con bienes de lujo, elementos que tal vez servirían para ayudarle en su negociación con el rey Sten Sture el Viejo de Suecia.

Pero, inesperadamente, sin que se sepa el motivo, el navío se incendió y se hundió irremisiblemente al sureste de Suecia. Afortunadamente para los modernos investigadores, las aguas frías y poco salinas del mar Báltico contribuyeron a la excelente conservación de sus restos, que están aportando interesante información sobre las rutas comerciales de ese lejano período.

Imagen de portada: Pintura del artista alemán Hans Holbein representando una nave del siglo XV. Foto: Blekinge Museum

FUENTE RESPONSABLE: Historia National Geographic. Por J.M. Sadurni. 15 de febrero 2023.

Sociedad/Arqueología submarina/Naufragios/Actualidad.

¿Qué hace una cúpula de la Alhambra en Berlín?

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El Museo de Pérgamo, integrado en el complejo conocido como la Isla de los Museos de Berlín, es uno de los museos más importantes no solo de la ciudad alemana, sino del país. Su originalidad radica en que no se trata, como viene siendo lo habitual, de un edificio hecho para albergar obras de arte. 

En su caso, fue al revés: primero vinieron las obras de arte y, después, se construyó el inmueble. Una rareza que hace posible que cada rincón del museo sea una obra de arte en sí mismo: paredes, puertas, e incluso techos, están sustentados y formados por trocitos de la historia del mundo.

Otra de las peculiaridades del mismo es que aúna tres museos en uno. 

Por un lado, está la Colección de antigüedades clásicas, con obras tan impresionantes como el Altar de Pérgamo o la puerta del mercado de Mileto. En segundo lugar, el Museo del Antiguo Oriente Próximo alberga la obra quizás más representativa del Museo de Pérgamo: la puerta de Ishtar. El último de los museos es el Museo de Arte Islámico, el cual aúna piezas de arte islámico de entre los siglos VIII y XIX.

Puerta de Ishtar del Museo de Pérgamo. | Shutterstock

El recorrido de la cúpula de la Alhambra hasta Berlín

Es en esta última colección donde el viajero puede encontrar una cúpula de la mismísima Alhambra de Granada como techo de una pequeña habitación. 

Al viajero español probablemente le sorprenda encontrarse aquí, en este rincón de Alemania, un trozo de este valioso monumento de su país, ubicado en una sala sobre el Islam en la península Ibérica. Junto a la cúpula, una ventana de madera cordobesa o cerámicas andalusíes son algunos de los elementos de la colección. Pero volvamos a la cúpula. ¿Qué hace aquí? ¿Por qué está aquí?

La cúpula del Museo de Pérgamo pertenecía, originariamente, al Palacio del Partal, uno de los palacios nazaríes de la Alhambra y el Generalife

Se construyó alrededor de 1320, techando la parte superior de la Torre de las Damas hasta finales del siglo XIX. Durante dicho siglo el palacio, uno de los más antiguos del complejo andalusí y también el más maltratado, perteneció al banquero alemán Arthur von Gwinner en una época en la que el orientalismo estaba de moda y en la que algunas de las partes del complejo eran privadas.

Cúpula de la Alhambra, integrada en la sala del Islam en la península Ibérica. | Shutterstock

Sin embargo, a su vuelta a Berlín, von Gwinner cedió al Estado español sus terrenos. Eso sí, no sin llevarse algo consigo: la cúpula. Y no para llevarla a ningún museo (el de Pérgamo no se construyó hasta 1930), sino para decorar su piso. Así lo hizo hasta 1978, cuando la familia del banquero se la vendió al Museo de Pérgamo y donde ahora el visitante puede contemplar un valioso ejemplo de arte andalusí.

La cúpula mide 1,90 metros de altura y su diámetro alcanza los 3,5 metros. Se trata de una bóveda hecha de madera de cedro y álamo, originalmente coloreada de rojo, azul y verde, tal como muestran los restos de pintura. En varias de las estrellas octogonales destaca la frase, escrita en árabe, “No hay más vencedor que Dios”.

Imagen de portada: Cúpula de la Alhambra (Museo de Pérgamo)

FUENTE RESPONSABLE: España Fascinante. Por Eva Gruss. 21 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/Arte/Alhambra/Cúpula/Berlín; Alemania/Museo de Pérgamo.